Cuando alguien habla de Huesca suelen venir a la cabeza castillos medievales, pueblos pirenaicos o cañones de aventura. Pero la capital oscense, discreta y manejable, esconde un puñado de rincones que justifican por sí solos una escapada urbana. Aquí tienes diez ideas —ordenadas para que puedas enlazarlas a pie— con las que exprimir la ciudad en un fin de semana.
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1. Entrar en la Catedral y asomarte a la plaza episcopal
La Catedral de Santa María, gótica del siglo XIV, impresiona menos por su tamaño que por la colección de gárgolas, el pórtico esculpido y el retablo mayor renacentista de Damián Forment. Antes de marcharte dedica un minuto a la Casa Consistorial: su patio aragonés, de ladrillo y yeserías, es un capricho mudéjar escondido a la vista.

2. Dejarte envolver por el claustro de San Pedro el Viejo
Cinco minutos de paseo bastan para plantarse en uno de los claustros románicos más puros de Aragón. Columnas geminadas, capiteles historiados y un silencio monástico que sorprende a dos pasos de la calle. En la capilla de San Bartolomé descansan los reyes Alfonso I el Batallador y Ramiro II, así que estás pisando puro relato medieval.

3. Disfrutar del ambiente en la Plaza Luis López Allué
Antiguo mercado de abastos, hoy es la postal más fotografiada de Huesca. Balaustradas de hierro, soportales corridos y un puñado de terrazas perfectas para el vermú. Empieza aquí tu ruta de tapas por calles adyacentes como Coso Bajo, Padre Huesca o los Porches de Galicia.

4. Perderte por el Museo de Huesca
Instalado en el renacentista palacio de los reyes de Aragón, combina arqueología (importante colección ibera y romana) con arte gótico, renacentista y contemporáneo. Si viajas con niños, la maqueta interactiva de la Huesca musulmana siempre triunfa.

5. Respirar en el Parque Miguel Servet
Pulmón verde de la capital, salpicado de esculturas, fuentes y la entrañable casita de Blancanieves (pequeño homenaje a Walt Disney). En verano se organizan cuentacuentos y cine al aire libre; en otoño, el tapiz de hojas de los plátanos invita a la foto.

6. Rodear las murallas medievales
Entre el portal de Montearagón y la torre del Amparo discurre un paseo arqueológico que desvela lienzos defensivos del siglo XIII, integrados con arquitectura contemporánea. Buen mirador para comprender la huella musulmana y cristiana que modeló la ciudad.

7. Curiosear en el Círculo Oscense
Al Casino de Huesca (1916) se le apoda “el hogar del modernismo oscense”. Fachada ornamental, mármol, vidrieras y un café digno de novela de preguerra. Pide un “colacao con suspiro” (café descafeinado y nube de nata): tradición local a la hora de la merienda.

8. Visitar el CDAN, arte contemporáneo con skyline pirenaico
El Centro de Arte y Naturaleza se alza en la salida norte. Premio FAD de arquitectura, obra de Rafael Moneo, expone piezas donde paisaje y creación van de la mano. La foto obligada: el ventanal que enmarca las sierras de Gratal y Guara.

9. Mirar las estrellas en el Planetario de Aragón
Se encuentra en Walqa, a diez minutos en coche. Proyección fulldome, observatorios solares y nocturnos y talleres para chavales. Después de la sesión, sube al mirador del Águila y hazte a la idea de por qué Huesca presume de cielos tan limpios.

10. Vivir la ciudad en verde durante San Lorenzo
Del 9 al 15 de agosto Huesca se tiñe literalmente de blanco y verde: charangas, danzantes y un perfume permanente a albahaca en honor a su patrón. Si no coincides con la fiesta, quítate la espina tapeando caracoles “a la oscense” y degustando un crespillo (hoja de borraja rebozada) en cualquier bar del centro.

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