7 días en Irlanda | Día 7: Connemara y Kylemore Abbey

Día 1: Dublín

Día 2: Dublín

Día 3: Irlanda del Norte

Día 4: Dublín

Día 5: Galway

Día 6: Acantilados de Moher y Castillo de Dunguaire

Último día en Galway y también último día en Galway. Mañana a primerísima hora sale nuestro vuelo de vuelta a España y esta noche vamos directos al aeropuerto de Dublín.

Y para este séptimo día, esto es lo que deberíamos haber hecho… y no hicimos. El clima seguía bastante mal y ya se nos había hecho un poco largo el día de ayer, por no hablar de que nos quedamos sin plazas para el tour que recorre Connemara y Kilmore Abbey. Pero he estado recopilando toda la información que busqué para ir, porque pienso que es el mejor plan para hacer estando en Galway, una ciudad que ya vimos casi al completo hace 2 días.

El tour para el que nos quedamos sin plazas es este: Excursión a Connemara y Kylemore Abbey desde Galway. La metodología de este tour es la misma que el de ayer, así que no me extenderé más porque es posible que si me estáis leyendo hayáis alquilado un coche (creo que es la mejor opción, la verdad). Ambos lugares son un must en vuestro viaje a Irlanda, os cuento por qué:

Parque Nacional de Connemara

Connemara es una región amplia del oeste de Irlanda, que por supuesto tiene varios puntos interesantes, pero para una visita express lo más recomendable es visitar el Parque Nacional, que es uno de los lugares más icónicos e impresionantes del país. Se encuentra en la zona de montañas de Twelve Bens (Doce Picos), que son una característica prominente de la región. El parque incluye una combinación de montañas, turberas, pastizales y lagos, lo que lo convierte en un lugar diverso en términos de paisaje y hábitats. Cuenta con su propio centro de visitantes, donde podéis aparcar e informaros de todo.

Por supuesto cuenta con muchísimos senderos para recorrerlo tanto a pie como en bici, pero el más conocido es el Diamond Hill Trail, que sube hasta la cima de Diamond Hill. Otra ruta conocida es la de Twelve Bens, un poquito más larga e inclinada que la anterior, pero ambas muy asequibles.

Kylemore Abbey

Tras una buena caminata por Connemara, el plan perfecto es visitar la famosa Abadía de Kleymore, uno de los lugares más fotografiados de Irlanda sin duda, con sus fachadas de piedra gris y torres puntiagudas, ventanas adornadas y detalles intrincados en su diseño. Está ubicada junto al lago Pollacapall y rodeada de exuberantes jardines que agregan aún más belleza al entorno.

También conocida como la Abadía de Nuestra Señora de los Dolores, tiene sus raíces en el siglo XIX. Fue construida originalmente como una casa de campo por Mitchell Henry, un exitoso médico y político inglés. Atraído por la belleza natural de Connemara, Henry eligió este lugar pintoresco para construir su hogar para su esposa, Margaret. La abadía se completó en 1871 y fue un regalo para Margaret.

Sin embargo, la historia de la abadía dio un giro significativo en 1920 cuando las monjas benedictinas compraron la propiedad y la convirtieron en un monasterio. Las monjas escaparon de Bélgica durante la Primera Guerra Mundial y encontraron refugio en Kylemore. Durante décadas, trabajaron para preservar y mantener la abadía, además de establecer una escuela para niñas locales. ¡Pero ojo! Los fundadores originales de la abadía, Mitchell y Margaret Henry, descansan juntos en un mausoleo de mármol blanco en el jardín cercano.

La entrada cuenta 16€ y se puede visitar tanto por fuera como por dentro.

Y con esto, finaliza nuestro viaje a Irlanda, que ha dado mucho de sí a pesar de ser sólo 7 días. ¿Qué lugares añadiríais a esta lista?

Espero que os sirva nuestra ruta, y si tenéis cualquier duda, os leo en los comentarios.

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7 días en Irlanda | Día 6: Acantilados de Moher y Castillo de Dunguaire

Día 1: Dublín

Día 2: Dublín

Día 3: Irlanda del Norte

Día 4: Dublín

Día 5: Galway

Día 7: Connemara y Kylemore Abbey

Nuestro viaje está llegando a su fin, y hoy hemos hecho la última excursión. Hemos contratado justamente esta, que por 45€ y comenzando a las 9:30 nos ha llevado a ambos sitios, a comer a un pueblo y de vuelta en Galway a las 17:30. Eso sí, en inglés, y es que desde Galway no hay excursiones con guías españoles. Debe ser que no somos suficientes, a pesar de tener nuestro propio barrio en la ciudad 😉

La verdad es que la parada en el Castillo de Dunguaire ha sido tan, tan corta (20 minutos, sin tiempo para entrar a verlo por dentro) que francamente de haberlo sabido hubiese contratado la excursión que va solo a los acantilados, ya que a pesar de estar solo a 70km de Galway, es como 1h30 de bus debido a las carreteras estrechas y sinuosas por las que se llega. Aquí podéis contratar el Tour a los Acantilados de Moher (sin nada más).

Y ahora sí, hablemos de dos de los lugares más especiales de la costa oeste de Irlanda:

Dunguaire Castle

Se encuentra junto a la localidad de Kinvara y se conserva en muy buen estado a pesar de haberse construido en el siglo XVI. Quien mandó levantarlo fue el Rey Guaire, y de ahí su nombre.

Como os decía, es posible visitarlo por dentro para verlo tal y cómo era siglos atrás. La entrada cuesta 8€ y el horario es de 10 a 16:30 (entre noviembre y marzo está cerrado).

Un apunte sobre Kinvara: si, al contrario que nosotros, estáis haciendo una ruta por Irlanda en coche, es mucho mejor alojarse aquí en vez de en Galway, ya que estáis más cerca de muchos puntos de interés de esta costa irlandesa, y el paisaje es de ensueño, la verdad. Mucho mejor que cualquier ciudad.

Cliffs of Moher

Esta parada de nuestro tour han sido 2 horas, suficiente para dar un largo paseo por estos gigantes acantilados verdes. E incluso hasta se nos ha hecho larga, porque hoy el clima estaba de lo más desapacible: muchísimo viento y lluvia a ratos.

Los acantilados de Moher miden más de 200 metros y la zona se extiende por unos 8km a lo largo de la costa. Por encima de ellos se extiende un camino de la misma longitud que por el que podréis pasear tanto como os apetezca. Eso sí, en época turística, como nosotros ahora, este lugar está abarrotado de gente. El sendero es muy estrecho y se hace imposible adelantar a nadie, y mucho menos estar medianamente solo en cualquier sitio, pero bueno, es lo que hay.

Y después de otro buen rato de autobús, estábamos de vuelta en Galway. Mañana es nuestro último día aquí, y nos lo tomaremos con mucha calma.

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7 días en Irlanda | Día 5: Galway

Día 1: Dublín

Día 2: Dublín

Día 3: Irlanda del Norte

Día 4: Dublín

Día 6: Acantilados de Moher y Castillo de Dunguaire

Día 7: Connemara y Kylemore Abbey

Hoy hemos pasado el día entero en Galway, una ciudad mucho más pequeña que Dublín y de la que dicen que no hay mucho que ver. Y lo cierto es que así es, pero también es verdad que, más allá de sus monumentos, que son 4 contados, tiene bastante ambiente y no da para aburrirse. En un solo día es más que suficiente para ver lo más importante de la ciudad. Os cuento cómo lo hemos hecho nosotros:

Terryland Forestpark

Hemos comenzado la mañana corriendo por el Terryland Forestpark, una senda fluvial preciosa, completamente rodeada de frondosos árboles que hacen que creas estar en medio del campo. Solo mide unos 2,5km y la entrada es justo por aquí. Un spot bastante secreto por el que no encontraréis un solo turista, y que si os pilla cerca del hotel y os gusta pasear, os recomiendo totalmente.

Eyre Square

A las 11 de la mañana nos hemos unido al Free Tour de Galway, pero en inglés, pues el español estaba agotado para estos días. Os dejo aquí el link a ver si vosotros tenéis más suerte, y si no, este es el link para el tour en inglés.

Con un very strong accent irlandés hemos hecho un mini recorrido por las calles de Galway, escuchando sobre todo su historia y sus leyendas. Hemos comenzado en la Playa Eyre, el centro neurálgico de la ciudad y también conocida como el John Kennedy Memorial Park, pues en 1963 el presidente estadounidense vino a dar un discurso a la ciudad y poco después, de vuelta en EEUU, fue asesinado.

También se pueden observar las banderas de las 14 familias de comerciantes que dominaban Galway y gracias a las cuales la ciudad alcanzó una gran importancia económica.

Lynch’s Castle

Se trata del palacete donde vivía una de las 14 familias antes mencionadas. Está ubicado en plena Shop Street (sí, la calle de las tiendas se llama “calle de la tienda”), uno de los lugares más transitados y animados de la ciudad.

Lo cierto es que, aunque es una de las mejores muestras de arquitectura medieval de la zona, actualmente alberga simplemente un banco.

St. Nicholas Church

Es nada menos que la iglesia más grande de Irlanda que aún está en funcionamiento, y data de 1320. Una de las leyendas de la ciudad cuenta que Cristobal Colón visitó Galway en 1477 en uno de sus viajes, y paró a rezar en esta iglesia.

Barrio Latino

Los españoles dejamos huella en esta localidad irlandesa: Galway tiene un toque español, y es que el comercio de vinos con España fue muy habitual durante los siglos XV y XVI. La zona de la ciudad que hoy se llama Latin Quarter es aquella en la que los marineros españoles se concentraban desde que llegaban a las costas irlandesas hasta que volvían a su hogar, y hoy en día es, con diferencia, la zona más animada de Galway y para mí, la más bonita, llena de casitas de colores, pubs y restaurantes.

Justo a la salida del barrio se encuentra el Spanish Arch, que debe su nombre al mismo hecho de que los barcos españoles desembarcaban aquí. También os diré que no tiene nada de especial, es un simple arco que cruza una pared de piedra.

Museo de Galway

El Free Tour ha terminado en este punto, y como hoy era día de llover (estábamos teniendo infinita suerte con el tiempo para ser Irlanda) hemos entrado a curiosear, ya que aunque no somos muy de museos, este es gratis.

Cuenta con una exposición permanente en la que podréis informaros más en profundidad acerca de la historia de Irlanda, y también una parte más sobre ciencia y el cuerpo humano. Un popurrí de museo que para echar un ratito no está mal.

Galway Cathedral

El último punto de interés antes de meternos por horas a un pub a escuchar música en directo mientras esperábamos a que dejase de llover (cosa que, por cierto, no ha pasado), ha sido la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y San Nicolás de Galway.

Pese a su aire medieval, esta enorme catedral fue construida en 1965 justamente donde hasta entonces se encontraba la cárcel de la ciudad.

La entrada es gratuita y si por fuera llama la atención, no dejéis de entrar porque su interior es impresionante. Llaman la atención sus vidrieras de colores y su enorme cúpula por la que entra una bonita luz azul.

Hemos terminado el día en el Pub The Quays, escuchando un poco de música en directo y bebiendo unas sidras irlandesas. Mañana toca explorar los alrededores y llegar a los famosísimos Acantilados de Moher.

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7 días en Irlanda | Día 4: Dublín

Día 1: Dublín

Día 2: Dublín

Día 3: Irlanda del Norte

Día 5: Galway

Día 6: Acantilados de Moher y Castillo de Dunguaire

Día 7: Connemara y Kylemore Abbey

Tras 3 noches en el Hotel The Samuel de Dublín (hemos estado súper a gusto, os lo recomiendo 100%), hoy ponemos rumbo a Galway, al otro lado de Irlanda en la costa oeste. Pero como es una ciudad con infinitamente menos cosas que ver, hemos decidido pasar el día en Dublín visitando lo que nos quedaba pendiente (al final sólo hemos pasado un día completo en la ciudad, más el medio día del día en que aterrizamos).

Trinity College

Hemos comenzado por la prestigiosa universidad irlandesa Trinity College, cuyo enorme y elegante campus se puede visitar de forma gratuita, exceptuando el Libro de Kells y la Biblioteca.

Fundada en 1592 por la reina Isabel I, se trata de la universidad más antigua de Irlanda y aunque en sus comienzos estaba reservada exclusivamente para protestantes (recuerda la historia de Irlanda para entender el porqué), a partir de 1793 pudieron matricularse también alumnos católicos. Algunos alumnos renombrados que han pasado por aqui son Samuel Beckett, Oscar Wilde o Edmund Burke.

Biblioteca del Trinity y Libro de Kells

Como os decía entrar a estos dos lugares sí es de pago, 18,50€ concretamente para entrar a los dos, que están en el mismo edificio. Pero esta información, si estáis leyéndola más tarde de septiembre de 2023, estará obsoleta y no servirá, porque a partir de entonces la biblioteca cierra sus puertas durante aproximadamente 6 años. Si me lees desde 2029, entonces chequea la página web oficial a ver qué se cuentan.

Esta espectacular biblioteca que tiene más de 400 años de antigüedad es una autentica joya. Posee casi 3 millones de libros, y la sala principal, que es la que se puede visitar, es una autentica pasada digna de pertenecer a Howarts, como poco. De hecho se dice que la biblioteca de las películas de Harry Potter está inspirada en esta.

Como mencionaba arriba, hemos pillado a la biblioteca en las últimas, y es que lleva muchísimo tiempo necesitando una importante reforma y restauración para poder conservar mejor los libros tan antiguos que alberga. Por ello, llevan varios meses vaciándola: el resultado es que a día de hoy, mediados de agosto de 2023, sólo quedan 9 estanterías llenas de las cientos que hay en la sala. Un verdadero chasco. Ya sabíamos que la estaban vaciando, y decidimos entrar igualmente porque quién sabe si podremos tener la oportunidad de nuevo de visitar esta sala, que ya de por sí es impresionante, toda construida en madera. ¡Pero no sabíamos que estaba tan, tan vacía! Realmente pienso que deberían bajar el precio de la entrada, porque ni de lejos vale los casi 20€ que piden.

Junto a la biblioteca, y expuesto entre cristales, se puede observar también el Libro de Kells, un manuscrito fechado a principios del siglo IX que contiene las escrituras del Nuevo Testamento y que comenzó a escribirse por monjes en Iona, pero fue trasladado a Kells y terminado allí (de ahí su nombre).

Por razones de seguridad fue enviado al Trinity en 1661 y aquí permanece desde entonces, siendo uno de los libros más antiguos a la par que mejor conservados del mundo, y la verdad es que resulta increíble la cantidad de detalles coloridos que tiene. ¡Así tardaron más de 10 años en escribirlo!

Phoenix Park

Para nuestra sorpresa, nuestra última parada en Dublín ha sido nuestra preferida de la ciudad. Nos hemos alejado ligeramente del centro (el parque se encuentra a unos 3km del centro) y hemos alquilado unas bicis justo en la puerta principal del parque, 3h por 15€ (también hay bicis eléctricas) para recorrer el enorme Phoenix Park, ya que tiene nada menos que 700 hectáreas de extensión.

Es claramente la Casa de Campo o el Central Park de Dublín, todo un pulmón verde para pasar el día entero sin repetir un camino. Pero lo mejor de todo es que ¡hay ciervos! Bueno, más bien gamos, según me han corregido después, pero lo cierto es que la mayoría de la gente los llama ciervos.

Están en total libertan en el parque, y ha sido muy divertido recorrerlo en bici, pasando por carreteras asfaltadas, caminos, bosques y prados, para dar con ellos. Al final nos han salido 20km, y hemos visto varios grupos de machos; ha sido una pasada, porque además están súper acostumbrados a los humanos y no se asustan nada. Incluso había unas personas con zanahorias y hemos podido estar literalmente junto a ellos (aunque había carteles que pedían no darles de comer).

Después de comer allí mismo unos bocadillos que habíamos comprado previamente, hemos devuelto las bicis, recuperado nuestro equipaje y puesto rumbo hacia la estación de tren de Heuston, justo al lado del Phoenix Park. Anoche compramos unos billetes de tren en la web irishtrail.ie, y por solo 15€ por persona nos hemos plantado en Galway en 2h30.

Y aquí estamos, en esta pequeña y familiar ciudad de la que aún no sabemos nada, únicamente que a las 21:30 no se puede cenar más que en el Papa Johns o en el McDonalds 😂

Nuestro alojamiento para las próximas 3 noches es en el Swuite Galway, un apartahotel que no está mal, pero que es carísimo en comparación con el hotel de Dublín. En esta ciudad hay muy poca oferta hotelera, algo que me sorprendió bastante mientras preparaba este viaje desde España.

Mañana comenzamos a investigar haciendo el Free Tour, así que ya os contaré.

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7 días en Irlanda | Día 2: Dublín

Día 1: Dublín

Día 3: Irlanda del Norte

Día 4: Dublín

Día 5: Galway

Día 6: Acantilados de Moher y Castillo de Dunguaire

Día 7: Connemara y Kylemore Abbey

¡Primer día completo en Dublín! Esta mañana, después de un entreno express y un buen desayuno, hemos hecho un el Free Tour que comenzaba a las 11 y tenía una duración de 3h. Siempre os lo digo: para mí no hay mejor forma que conocer una ciudad que con un Free Tour: los guías suelen ser muy buenos (de ello depende que luego les paguemos más o menos) y el recorrido es siempre por las partes más representativas de la ciudad.

Y el de Dublín así ha sido. Además de por Temple Bar y la Catedral de Christ Church (que no las describiré de nuevo porque ya lo hice en el post de ayer) hemos pasado por:

The Spire

Aquí inició el tour, y si bien es un ideal punto de encuentro por ser inconfundible, no es algo demasiado estético que se diga (aunque sí curioso, como su historia).

Es bien sabida la tirria que le tienen los irlandeses a los ingleses, probablemente porque estuvieron ocupados por ellos durante 700 años, tiempo en el que Irlanda era poco más que “el patio trasero” de Reino Unido. Pues bien, donde ahora se alza The Spire (la aguja, en español), existía una estatua de Horatio Nelson, el héroe nacional de Reino Unido. No tendría mayor importancia de no ser porque esta calle se trata de una de las más importantes de Dublín (O’Connel Street) y justo en frente se encuentra el edificio de correos, lugar donde se firmó la primera declaración de independencia de Irlanda en 1916.

Los irlandeses celebraban cada año la independencia haciendo desfiles por O’Connell, y que estuviese ahí el señor Nelson no era agradable para muchos. De hecho, en 1966, el IRA (Ejército Republicano Irlandés, un grupo terrorista) lo voló en la madrugada previa al aniversario de la independencia.

La cosa quedó ahí, y con el tiempo, la zona fue perdiendo atractivo, hasta que en el año 1999 el gobierno decidió adecentar la importante calle, y entre otras remodelaciones, se decidió construir un monumento significativo donde aún estaban los restos de Nelson. La convocatoria salió a concurso, y finalmente ganó el proyecto del Spire, cuyo nombre oficial es Monumento de la Luz, para construirse aquí.

Y por fin, en 2003 fue inaugurada esta aguja de 120 metros de altura (y 90 más de cimientos) cuya luz en la punta vigila Dublín día y noche. Hay quienes dicen que sirve de referencia para que los borrachos vuelvan a casa sin perderse, y quienes murmuran que es un “amable saludo” a sus vecinos de la isla de enfrente, los británicos.

Ha’penny Bridge

No es, ni de lejos, el puente más grande ni más transitado que cruza el río Leffey, pero sí el más antiguo, emblemático, y seguramente fotografiado de Dublín.

Su nombre le viene dado porque antes de que existiese, había justo allí una empresa de barcas que cruzaba transeúntes de un lado a otro del río, mas había que pagar un peaje. Con el tiempo, las barcas comenzaron a estar en demasiado mal estado, y el gobierno exigió a la empresa que, o restauraban las barcas, o bien debían construir un puente.

La empresa optó por lo segundo, y una vez finalizadas las obras de lo que oficialmente se llama Liffey Bridge (aunque ni los irlandeses saben que se llama así) fue puesto a disposición de los ciudadanos, pagando, por supuesto, un peaje, como previamente con las barcas. El precio era de medio penique, o en inglés, half penny. Y así es como popularmente se ha conocido desde siempre a este puente: el Puente del Medio Penique, o Ha’penny Bridge (porque así es como lo pronuncian los irlandeses).

Estatua de Molly Malone

Situada frente a la antigua oficina de turismo (que después de la pandemia fue trasladada a las inmediaciones del Trinity College) se encuentra esta estatua que representa a una mujer con un carro, pues se dice que Molly Malone se era pescadera de dia y prostituta de noche.

Pero lo cierto es que no se sabe si Molly existió realmente o solo es una leyenda. Lo único que es seguro es que se trata de la protagonista de una canción compuesta a finales del siglo XIX y que todo irlandés afirma que es su himno nacional no oficial.

Popularmente se dice que si uno toca sus exuberante escote, está destinado a volver a Dublín.

Castillo de Dublín

Después de ver a Molly pasamos por la entrada del Trinity, pero de eso os hablaré pasado mañana, ya que vamos a entrar a visitarlo.

La siguiente y última parada (antes de Temple Bar, del que os hablé ayer) fue el Dublin Castle, que fue la sede del gobierno británico en Irlanda hasta su independencia definitiva en 1922 y que hoy es un museo de arte, donde además se puede disfrutar de varias salas decoradas tal y como estaban antaño.

Gran parte del grandioso edificio data del siglo XVIII, pero antes de él se sabe que ya hubo un castillo construido aquí en el año 1171.

La entrada cuesta 8€, y dentro se puede pasear entre los muchísimos retratos de diferentes monarcas y miembros de la nobleza británica.

No podéis dejar de visitar los jardines del castillo, The Dub Lhinn Gardens, de libre acceso y que se encuentran junto al castillo.

Y aquí termina el post de hoy. Mañana nos vamos a Irlanda del Norte en una excursión de día, muy express pero que tiene buena pinta. Os contaré todos los detalles de los 2 lugares que nos faltan por ver en Dublín pasado mañana (en el día 4).

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7 días en Irlanda | Día 1: Dublín

Día 2: Dublín

Día 3: Irlanda del Norte

Día 4: Dublín

Día 5: Galway

Día 6: Acantilados de Moher y Castillo de Dunguaire

Día 7: Connemara y Kylemore Abbey

¡Comenzamos nuestra ruta de una semana por Irlanda! Y es que aunque tendremos 2 “campamentos base” (Dublín y Galway) y no alquilaremos coche (aquí se conduce por la derecha y no nos da confianza) vamos a visitar varios lugares a parte de estas dos ciudades.

De momento, hoy hemos llegado en avión a Dublín sobre las 12:30 y hemos cogido un taxi hasta nuestro hotel, por aquello de ir más rápido, pero lo cierto es que merece más la pena usar el autobús Dublin Express, que cuesta 8€ por persona y no tarda mucho, pues el aeropuerto está a menos de 15km del centro. El taxi han sido 34€, sólo compensa si sois 4.

Nos alojamos en el hotel The Samuel, a apenas 1km del centro de la ciudad, a 50 metros del río Leffey y ubicado en la zona financiera de Dublín, radicalmente diferente a las casitas bajas típicas de Irlanda. Es un hotel muy nuevo (de hecho, aún huele a nuevo jaja), cómodo, con un buen buffet de desayuno y está muy bien en relación calidad-precio comparado con otros hoteles. La noche en habitación doble, en agosto, sale a 165€ con desayuno incluido.

Después de dejar las cosas y correr unos cuantos kilómetros junto al río (que ha servido para hacer un repaso rápido de la zona) hemos buscado un sitio para comer, nada irlandés, eso sí. Irlanda sí tiene algún plato típico pero la gastronomía no es su fuerte. Os hablaré de ello en cuanto la probemos.

Dublin Docklands

Cerca del hotel hay una zona llamada Dublin Docklands, un área bastante residencial, amplia y muy animada, que cuenta con varios sitios para comer y beber. Pasear junto al río es muy agradable, y el sitio elegido para comer ha sido Nutbutter, donde se pueden pedir bowls de arroz con diferentes ingredientes, es bastante sano y está todo muy rico. Es algo así como estilo mexicano, por lo que también hay tacos en la carta.

Temple Bar

Las atracciones turísticas en Irlanda suelen cerrar bastante pronto (alrededor de las 17h) así que íbamos un poco justos de tiempo para entrar en sitios como el Trinity College o la Catedral de San Patricio, así que hemos optado por ir a un lugar que tiene vida casi 24/7: Temple Bar.

Al contrario de lo que podáis pensar, Temple Bar no es un bar, sino todo un barrio donde predominan los bares y donde la gente viene a beber cerveza o whisky, principalmente.

Su nombre viene de cuando hace mucho tiempo, esta zona aún eran los muelles del río Leffey (que está justo detrás). Muelle en irlandés se dice barr, y concretamente esta parte pertenecía a un hombre llamado William Temple. Por los muelles de Temple ya solían venir los marineros a beber, y con el tiempo se convirtió en el lugar más transitado por aquellos que deseaban curtirse bajo los efectos del alcohol. Poco a poco, el barrio fue llamándose coloquialmente Temple Bar (eliminándole la segunda R a la palabra irlandesa para hacer el juego con la palabra bar, que significa lo mismo que en español). Muchos locales empezaron a llamarse a sí mismos Temple Bar, para así atraer más visitas, y el primero en hacerlo fue el tan fotografiado actualmente Temple Bar, ese de la fachada roja. Se autoproclama el más antiguo de la zona, y entre eso y su nombre, es el más visitado, eso sí, por turistas: el precio de una pinta aquí ronda los 9€, algo que ningún irlandés va a pagar, pues lo que encontraréis en su carta no tiene nada de especial con respecto a otros bares. Pero nosotros, como buenos turistas, allá que hemos ido, y a pesar de no ser muy fans de la cerveza, hemos pedido un par de ellas irlandesas para probarlas.

Algo que tiene Temple Bar y otros muchos es música en directo, y es algo que tenéis que hacer sí o sí, ya sea mientras cenáis o simplemente tomando algo.

Catedral de Christ Church

La última parada del día ha sido la Catedral de Christ Church, o Catedral de la Santísima Trinidad en español. Se trata de la más antigua de las dos protestantes que hay en Dublín, y lo gracioso es que, junto con San Patricio (que visitaremos mañana) es la más importante, pero Irlanda es un país mayoritariamente católico. Gran culpa de que ambas catedrales sean protestantes la tienen los ingleses, que tuvieron a Irlanda bajo su dominio durante 700 años, y se fueron de aquí hace exactamente 102 años.

También a causa de ser protestante, queda fuera del paraguas de Estado, y por ello, entrar tiene un coste, concretamente de 11€.

Fue construida en 1038 y originalmente era de madera, pero en 1172 la reconstruyeron en piedra, que era mucho más seguro ante posibles incendios. La que hoy podemos observar dista bastante de la original, pues en 1871 se restauró, y aunque trataron de conservar su aspecto, finalmente el cambio fue sustancia.

Eso es todo por hoy. Hemos cerrado el día cenando en un italiano llamado Il Fornaio, cerca del inconfundible Samuel Beckett Bridge (construido, por cierto, por Santiago Calatrava) y hemos acertado de lleno: los dueños eran italianos y las pizzas estaban exquisitas.

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