19 de julio: Atenas

(Ver también Consejos para hacer una ruta por Grecia)

Día completísimo pateando Atenas de arriba abajo, como no podía ser de otra manera, no sin antes encender los motores probando el tradicional café griego (que es lo mismo que el turco, egipcio, armenio… café otomano, vaya): no soy muy fan del café y eso ha influido, pero eso de poder masticar literalmente los posos ¡no me ha gustado nada! Y el sabor era bastante fuerte así que creo que a los fans del café sí os gustaría.

Café en mano y pilas cargadas, hemos ido directamente al grano. Primera parada, la Acrópolis. Entrar cuesta 20€ (o 30€ si cogéis el pase para entrar en otros 5 monumentos más – y merece la pena) pero es gratis para estudiantes universitarios, presentando el carnet. El horario de apertura es de 8 a 20h; para no sufrir el calor y admirar este lugar con bastante menos gente, he de decir que sí merece la pena madrugar más para venir a primera hora.

Antes de entrar hay unas rocas a las que se puede subir y son un excelente mirador de la ciudad y que ofrece una buena panorámica de la Acrópolis.

¿Y qué significa Acrópolis? Literalmente «la cima de la ciudad» y es que se encuentra, efectivamente, en lo alto de un peñón en medio de Atenas, visible desde casi cualquier lugar. Es donde se originó la ciudad y donde, a pesar de ésta ir ampliándose, quedaron los edificios más importantes debido a que podían ser protegidos con más facilidad.

Los monumentos que hoy en día se conservan datan de la «Edad de Oro» griega, del 480 al 404 a.C.:

  • Teatro de Dionisio – considerado el teatro más antiguo del mundo y el más grande de la Antigua Grecia (tenía capacidad para albergar a 17.000 personas). En este histórico lugar se estrenaron las primeras obras de Eurípides, Sófocles, Esquilo o Aristófanes, entre otros.

  • Odeón de Herodes Ático – hoy luce mucho más impresionante que el Teatro de Dionisio, es por las restauraciones que han realizado en él durante los últimos tiempos. Data del 161 d.C., época romana, mucho más «moderno», donde va a parar, y en su día estaba destinado a hacer espectáculos musicales. Actualmente también se realizan representaciones asiduamente.

  • Propileos – este es el nombre que se le daba a las entradas a las acrópolis, y es por donde se accede a lo más alto de la Acrópolis, previo a los monumentos más famosos. Comenzó a construirse en el 431 a.C. pero nunca llegó a terminarse debido a la llegada de las Guerras del Peloponeso.
  • Templo de Atenea Niké – subiendo por las escaleras del Propileos, si miráis a la derecha, veréis un pequeño templo totalmente restaurado, de época jónica, que conmemora la victoria de Atenea en la Batalla de Salamina.

  • Partenón – el más deseado, y también ¡el más cubierto por andamios! Famoso en el mundo entero, con sus 70 metros de largo y sus perfectas proporciones, no decepciona para nada. Ha sobrevivido a lo largo de los años, aunque no todo lo bien que hubiese podido: en épocas posteriores a los griegos, una iglesia Cristiana fue construida en su interior, y después, durante la ocupación otomana, fue utilizado como almacén de pólvora… hasta que ésta explotó por accidente y lo destruyó, por eso hoy podemos ver que no queda ni rastro de su interior.

  • Erecteion – el otro gran templo de la Acrópolis, situado junto al Partenón. El elemento más destacado del Erecteón esl famoso Pórtico de las Cariátides, con 6 estatuas de mujeres haciendo de columnas. Estas mujeres representan a esclavas de Karys, pueblo griego que había colaborado con los persas y había sido castigado por ello. Detrás de él se encuentra, supuestamente, el primer olivo, aquel que, según la leyenda, la diosa Atenea regaló a la ciudad de Atenas y el motivo por el cual el pueblo la eligió como su protectora y por lo que hoy está ciudad tiene dicho nombre.

La visita a la Acrópolis puede hacerse en unas 2 horas, depende de lo que os entretengáis, y desde luego pienso que es un obligadísimo de Atenas. La primera opción si venís a esta ciudad con poco tiempo o de paso.

Una vez fuera, nos hemos encaminado al que era un obligado para nosotros, un lugar que teníamos infinitas ganas de visitar: el Estadio Panathinaikó, el estadio de los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna en el año 1896. Todo un icono del deporte y más para nosotros que practicamos atletismo.

Fue construido en el mismo lugar al que llegó Filípides a anunciar la victoria de Atenas sobre los Persas en la ciudad de Marathona. Historia mítica donde las haya: se dice que recorrió corriendo los 41km que hay entre estas dos ciudades y que cuando llegó, gritó «¡Hemos vencido!» y cayó muerto a causa del esfuerzo. Sí, habéis leído bien. 41 y no 42,195 como mide ahora la carrera de maratón. Esta modificación se debe a que hace unos cuantos años, la Reina de Inglaterra (la anterior, no la de ahora) quiso que la Maratón de Londres acabase frente al balcón de su casa, por lo que la organización tuvo que añadir a la carrera ese 1,195 metros extras… y desde entonces así quedó la distancia oficial.

Otra curiosidad más antes de retomar la visita donde la he dejado: ¿Por qué tuvo que correr Filípides? Al parecer, los persas eran unos soldados muy crueles, y triplicaban en número a los atenienses, por lo que éstos últimos pensaban que perderían la guerra seguro, así que dieron órdenes de matar a todas las mujeres y los niños de Atenas para que no cayesen como esclavos y prostitutas de los persas cuando les invadiesen, preferían morir antes que perder su libertad. Pero la derrota no sucedió: al parecer los persas estaban bastante mal organizados y la derrota fue para ellos. A toda prisa, mandaron a Filípides a avisar rápidamente a Atenas para frenar aquella masacre. Lo consiguió, pero a costa de su propia vida.

Ahora sí, seguimos. Los primeros JJOO modernos fueron celebrados aquí y en ellos participaron 14 países. En los antiguos, que comenzaron en el 775 a.C., sólo participaban griegos y era un evento tan importante que toda disputa entre Polis (que siempre había) quedaba pausada y estaba prohibido luchar. Participar en los JJOO antiguos significaba que una población era griega y la localización siempre era la ciudad de Olimpia (que visitaremos en unos días).

En el estadio también hay un museo donde se pueden ver las diversas antorchas olímpicas, todas originales excepto una: la de Sydney 2000. Todos los países deben devolver las antorchas a Atenas una vez terminados los JJOO, y los australianos dicen que la devolvieron, pero el caso es que nunca apareció, y como dejar el hueco quedaba un poco feo, fabricaron una réplica.

La entrada cuesta 5€ (2,5€ con carnet universitario) y en la entrada es posible coger una audioguía en español gratis.

La tercera parada ha sido el Templo de Zeus, del que apenas quedan unas cuantas columnas en pie, y que se encuentra junto al Arco de Adriano, construido como regalo de los atenienses a este emperador romano, que aunque les ocupó, hizo muchas cosas buenas por la ciudad y cuya forma representa una fusión entre culturas: un arco romano anexado a una estructura griega.

Por la tarde hemos hecho un Free Tour (lo hay a las 9:45, 17:00 y 18:00) en el que nos han contado muchas de las cosas que os he descrito, así que ha sido muy interesante. Ya sabéis que siempre lo recomiendo porque se aprende muchísimo, no sólo se trata de observar monumentos.

La guía nos ha llevado a muchos de los lugares en los que ya habíamos estado y además:

  • Zappeion – la residencia donde se alojaron los deportistas participantes de los JJOO de 1896.

  • Plaza Syntagma – la plaza de la Constitución, que probablemente os suene porque es aquí donde se hacen todas ls protestas y manifestaciones que siempre nos enseñan en la tele.

  • Agios Eleftherios: la iglesia ortodoxa más importante de Atenas. Aquí celebraron los antiguos Reyes de España su boda ortodoxa.

  • Jardín Nacional – es como el Retiro de Madrid, un oasis para huir del calor de hacer turismo en Grecia en pleno julio.

Finalizado el tour, hemos pasado por la calle Syggirou, está llena de compañías de alquiler de coches y necesitamos uno para adentrarnos en la península del Peloponeso. Si necesitáis un coche, no dudéis en venir a este lugar porque está lleno, tanto de compañías grandes como locales.

Hora de la cena, y hemos repetido en Karamanlidika. En esta ocasión hemos pedido platos diferentes a los de ayer, y por supuesto, todo exquisito:

  • Rollitos de pasta filo rellenos de una especie de jamón

  • Ensalada griega

  • De postre: Künefe. Son como fideos de pasta filo con mantequilla y queso, con pistachos por encima. Una delicia, eso sí, tardan en elaborarla 30′ así que hay que pedirla junto con los platos principales.

Mañana veremos algún lugar más que nos queda de la ciudad, y a las 14:00 cogemos el coche para empezar a recorrer el Peloponeso.