20 de julio: Atenas – Epidauro – Nauplia

(Ver también Consejos para hacer una ruta por Grecia)

Comienza la ruta por carretera: hoy dejamos Atenas para adentrarnos en el Peloponeso, pero antes teníamos pendientes las últimas visitas en la capital (todas ellas incluidas en el pase de 30€ del que os hablé ayer):

  • Biblioteca de Adriano – cuya creación fue ordenada por el emperador Adriano en el 132 d.C. para albergar su extensa colección de libros y también como sala de lectura y centro de convenciones.
  • Ágora Antigua – fue el centro de la vida pública de Atenas. Por estos parajes pasearon los filósofos Sócrates, Aristóteles y Platón, y aquí mismo se creó literalmente la Democracia. Nuestro mundo es lo que es gracias a este lugar. Dicen que es un también un obligado de Atenas, no sólo por la carga simbólica que tiene, sino porque dentro se encuentra el Hefestión, un templo que es exactamente igual que el Partenón (aunque más pequeño) y este sí está conservado por dentro.
  • Monastiraki Flea Market – es un mercadillo en varias callejuelas que salen de la Plaza Monastiraki, y que me han recordado mucho a Camden Market de Londres.

Nos ha faltado por visitar una zona por la que luego hemos pasado con el coche, y nos hemos arrepentido mucho de no haber ido: el edificio de la Universidad, la Academia y la Biblioteca, tres edificios modernos pero de arquitectura griega clásica y muy, muy bonitos. Os recomiendo no pasarlos por alto.

A las 2 hemos ido a por el coche, la compañía elegida ha sido Avis. No por nada en concreto, sino porque fue la primera que nos dio un precio razonable y que nos dejaba devolver el coche en una ciudad diferente a Atenas, cosa que reducía muchísimo nuestras posibilidades (y aumentaba el precio). Aquí un consejo muy útil: aunque penséis que perdéis tiempo teniendo que volver a Atenas a coger el vuelo de vuelta, es la mejor opción igualmente, porque la cuota por dejar el coche en otra ciudad ronda (e insulso supera) los 200€ en todas las compañías.

¡Y comienza la ruta! Pero antes había que llenar el buche: hemos probado un mítico souvlaki, algo parecido al kebab pero aquí no es considerado comida basura como en España lo es el kebab. Toda una bomba pero muy rico: carne, lechuga, tomate, salsa y ¿patatas fritas? dentro de un pan de pita enrollado.

Y ahora sí, primera parada…

Epidauro

Una antigua ciudad griega de la que hoy sólo quedan ruinas, quizás os suene el nombre porque aquí se encuentra el famoso Teatro de Epidauro, que fue encontrado en el siglo XIX bajo la montaña, en perfecto estado. Es por ello que hoy se puede admirar toda su estructura, con capacidad para 15.000 personas. Recordad que el más grande de la Antigua Grecia fue el Teatro de Dionisio de la Acrópolis con espacio para 17.000 pero está casi todo destruido, y este sí está entero. Simplemente impresionante.

Desde el punto central del escenario hay una proyección del sonido perfecta y cualquier persona en cualquier punto de la grada puede escuchar lo que ahí se dice.

A día de hoy se hacen espectáculos aquí durante las noches de verano. Tiene que ser digno de ver.

En este recinto no hay mucho más en buen estado, casi todo son rocas esparcidas por el terreno: hay que tener mucha imaginación para apreciar algo. Hay un pequeño museo que también se puede visitar.

La entrada cuesta 12€ (gratis para universitarios) y abre de 8 a 20h.

Nauplia

Un pueblo costero a 30 minutos de Epidauro, con un ambientado increíble, aún más siendo sábado y verano.

Primero hemos subido los 1000 escalones hasta la Fortaleza de Palamidi, en lo alto de los acantilados. Entrar cuesta 6€ (gratis para universitarios) y abre también de 8 a 20h. Pero más que el castillo en sí, de arquitectura veneciana del siglo XVII, lo bonito son las vistas. Por un lado el interior de la península y por otro el mar. Hemos disfrutado de un atardecer precioso.

En realidad hay una forma de subir en coche, por el lado contrario al mar, y con parking incluido. Pero ya sabéis que nosotros somos unos valientes.

Para terminar el día, hemos dado un paseo por el centro de Nauplia, callecitas estrechas llenas de tiendas y restaurantes, con mucha vida, y hemos cenado en To Paleo Archontiko, muy económico y buenísimo (para variar). Nos faltaba por probar un plato típico: la Mussaka, una lasaña hecha con patata, bechamel, berenjena y carne picada… ¡riquísima!

Antes de irnos, hemos rematado la visita viendo cómo se hacían bailes folclóricos griegos en plena plaza del pueblo.

Fin del día, que ha dado mucho de sí, y ahora estamos de camino a Esparta, que es donde nos alojaremos las próximas dos noches. Nos han dicho que no hay nada más que el nombre y una estatua de Leónidas. ¿Será cierto? Mañana lo comprobaremos.

1 de abril: Cabo de la Nao, Cala Ambolo y Parc Natural del Montgó (Alicante)

Último día de vacaciones! Y día libre de entrenamientos, así que teníamos mañana y tarde para visitar bonitos lugares.

Por la mañana nos acercamos hasta el Cabo de la Nao. Es accesible con el coche, de hecho hay un restaurante junto al faro. Las vistas desde allí son preciosas y muy amplias, ya que es el cabo que más sobresale de toda esa costa, pero no se puede llegar al extremo del cabo porque está dentro del recinto del faro.

Después visitamos la cercana Cala Ambolo, mi favorita de la zona (había estado un par de veces antes), pero en verano se llena de gente. Supuestamente es nudista, pero nadie respeta eso y la mayoría andan con bañador.

Si vais en época de baño, recordad llevar chanclas cerradas o deportivas, ya que hay que bajar bastante y caminar por rocas.

Después de comer, nos fuimos de nuevo al Montgó, pero a la cara opuesta al otro día. Quisimos subir a la cima, pero el recorrido era de 6km (sólo ida) así que subimos unos 2,5km y dimos media vuelta. Igualmente merece totalmente la pena porque sólo subiendo 2km desde el camino que comienza en Jesús Pobre, llegas a la cresta de la montaña y se puede ver el paisaje en casi 360° y mar por ambos lados, bastante espectacular.

Para terminar el día, y las vacaciones, compramos unas palmeras de chocolate en la Pastelería Agulló de Denia (la más antigua del pueblo, y dicen que la mejor) y fuimos a ver la puesta de sol desde el Faro Rojo (al final del Puerto Deportivo).

24 de marzo: Guadalest y Altea (Alicante)

Estamos de concentración-vacaciones de Semana Santa, durmiendo en la locura de pueblo que es Benidorm (porque uno de nuestros amigos es de aquí) y entrenando en la pista de atletismo de Alfas del Pi.

Después de entrenar y comer, hemos ido a visitar un pueblo en el interior de la provincia, llamado Guadalest. A pesar del fortísimo viento y el frío que hacía, hemos disfrutado de unas vistas espectaculares del pantano de Guadalest y paseado por su casco antiguo. No ha sido muy agradable el paseo pero por suerte no había que caminar mucho para dar con esta impresionante panorámica:En lo alto del pueblo de encuentra el Castillo de Guadalest, al que no hemos podido entrar porque estaba cerrado (eran las 6 de la tarde, quizás estuviese cerrado por el viento).

Aunque no hemos entrado, en este pueblo se encuentra un museo de esculturas en miniatura: es muy curioso porque son figuras esculpidas es objetos sumamente pequeños y la verdad que es bastante impresionante (tenían algunos expuestos en la entrada): muñecos tallados en puntas de lápiz, en cabezas de alfileres, en pelos…

Después hemos vuelto a la costa a ver si subía un poquito la temperatura, y así era. Nos hemos acercado a dar un paseo por el casco antiguo de Altea, donde ya era noche cerrada y las calles de casas blancas y suelos adoquinados estaban iluminadas. No había estado antes en este pueblo pero según parece, en verano está abarrotado de gente, y por el contrario, hoy se podía disfrutar de un agradable paseo sin aglomeraciones, eso sí, con unos cuantos (bastantes) grados de menos.

Hemos subido a lo alto del pueblo desde donde se podía ver toda la línea de costa iluminada con Benidorm a lo lejos:

Y para terminar y entrar en calor, hemos tomado unos chocolates en la chocolatería Valor, junto al mar. Tienen un montón de cosas para elegir (casi todas con chocolate) y también se pueden comprar tabletas y más dulces para llevar.

Más rincones especiales en Asturias

Dado que he visitado Asturias (sobre todo la parte oriental) varias veces, os voy a dejar una lista de lugares que podéis visitar, junto con los de los posts anteriores (12 de octubre: Puertas de Vidiago (Asturias)13 de octubre: Llanes, Poó y Celorio14 de octubre: San Vicente de la Barquera y Herrerías (Cantabria) y 15 de octubre: Peña Tú (Asturias), Cóbreces, Toñanes y Santillana del Mar (Cantabria)). Estos que os dejo (si hacéis click podéis ver su localización en el mapa) creo que merecen realmente la pena, aunque todo el norte es precioso:

  • Playa de Gulpiyuri: Una de las más curiosas de Asturias. Es una playa en el interior de los acantilados, muy pequeña y sólo tiene agua cuando la marea está alta, así que aseguraos de que la hora a la que vais es la correcta! Lo que no me gusta es que cada vez es más turística y siempre está llenísima de gente. El coche se aparca al principio del camino, poco después de dejar la autovía.

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  • Cobijeru: Para mi gusto, muchísimo mejor que Gulpiyuri y mucho menos conocida. Es también una playa interior, pero además tiene un puente de piedra creado de forma natural, y a su lado hay una abertura en el suelo que es la entrada a una cueva subterránea que acaba en el mar. El acceso es libre y en mi opinión me parece espectacular. Eso sí, necesitaréis linternas. Para llegar a esta playa hay que andar unos 10 minutos desde el pueblo mas cercano, Buelna, donde podréis dejar el coche sin problema.

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  • Cueva del Pindal: no es la típica cueva de estalactitas y estalagmitas, sino que es especial porque contiene pinturas rupestres. Es importante que llaméis para reservar (608 17 52 84) porque no está abierta siempre, tiene unos horarios concretos.
  • Cangas de Onís y su puente romano para sortear el Sella.
  • Covadonga, la imponente Santina y los Lagos (a los que no se puede subir en coche, sino pagando una excursión en autobús por 8€ más los 3€ de dejar el coche aparcado abajo).
  • Playa de la Franca, muy alargada y muy cambiante debido a las mareas.
  • Lastres, un pueblo con mucho encanto (y muchas cuestas). El restaurante El Mirador se encuentra en lo más alto del pueblo y a parte de tener una vistas geniales, se come muy bien.
  • Nacimiento del Río Purón: un paseo llano y fácil hasta el nacimiento del río.
  • Nacimiento del Río Cabra: mucho mejor excursión que al nacimiento del Purón, en mi opinión. Ruta preciosa, fácil y el nacimiento tiene mucho encanto.
  • Antena de Alevia: Desde Alevia, donde podéis aparcar el coche, comienza una ruta bastante empinada hasta la antena, en lo alto de la montaña. Hay dos caminos: el empinado y «corto» (aproximadamente 1 hora, depende de lo rápido que vayáis), o el menos empinado y largo. En cualquier caso, es recomendable subir en un día despejado porque las vistas desde la antena son de lo mejor que vais a encontrar en Asturias. Vistas 360º hacia el mar por un lado y Picos de Europa por otro. Simplemente espectacular.

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Como última recomendación, si sois de los que preferís camping, en esta zona de Asturias está mi camping favorito: el Camping La Paz. Se encuentra en dos colinas completamente verdes y justo al lado del mar, las vistas son increíbles y la zona de sólo tiendas de campaña es muy tranquila y bonita. Es como plantar la tienda en medio de la explanada de la pradera de Windows!

15 de octubre: Peña Tú (Asturias), Cóbreces, Toñanes y Santillana del Mar (Cantabria)

Último día por tierras norteñas. Después de dejar el hotel subimos al Ídolo de Peña Tú (en Puertas de Vidiago), una caminata de sólo 1km hacia arriba que termina en una gran roca que tiene pinturas rupestres datadas del neolítico (4000-3000 a.C.). Se cree que fue una tumba de algún guerrero debido a los grabados que hay en la roca y una cavidad en la que pudo estar enterrado.

En la roca, las pinturas rupestres

La roca

Las vistas de las montañas desde allí son espectaculares y también se alcanza a ver el mar.

El paisaje que se ve desde la roca

Después de pasar de nuevo por la Quesería los Cuetos para comprar unos cuantos quesos de Vidiago (hay de vaca, oveja y cabra pasa elegir) y unas botellas de sidra (la hay normal y ecológica), aprovechamos para comer también allí (hacen unas hamburguesas de carne ecológica con pan recién horneado buenísimas), nos fuimos tranquilamente en dirección Torrelavega.

Paramos en Cóbreces, un pueblo pequeño pero con dos grandes iglesias neogóticas que chocaban bastante con el paisaje.

Una de las dos iglesias

Después continuamos hasta Toñanes, el siguiente pueblo, donde acercándonos a la costa descubrimos una pradera desde la que se veían unos acantilados impresionantes.

Los acantilados de Toñanes

Para terminar la ruta y poner rumbo a Madrid, dimos un paseo por la famosa Santillana del Mar, cuyo casco antiguo es súper auténtico y donde parece que no pasa el tiempo. No visitamos ningún lugar en concreto, simplemente caminamos por sus calles. El único pero es que es demasiado turístico, todo está orientado al turista y a parte de estar algo masificado, los precios son bastante altos, por no hablar de que no se puede aparcar si no es en zona de pago.


Y hasta aquí nuestro viaje del año al norte! Ya deseando que llegue el próximo para seguir descubriendo sus rincones.

14 de octubre: San Vicente de la Barquera y Herrerías (Cantabria)

Después del entrenamiento mañanero (en el mismo sitio que ayer), fuimos a comer a San Vicente de la Barquera, a menos de media hora en coche de donde nos alojamos. Fuimos a lo seguro, a nuestro restaurante favorito del pueblo, llamando El Barquereño, a comer nuestro plato por excelencia, un buen arroz con bogavante. El sitio lo descubrimos por casualidad: es el primer restaurante después de cruzar el puente hacia el lado del castillo. En su día, hace dos años, no nos dio muy buena espina porque era el típico restaurante con un camarero en la puerta atrayendo público y que además tenía fotos de los platos en las paredes de fuera, lo típico de un restaurante malillo, pensamos. Pero nada más lejos de la realidad. La comida está buenísima y además los precios son muy asequibles: 35€ por un arroz con bogavante para dos, con bebida y postre incluido.

Después de comer y de tomar un helado en Regma (la heladería – artesana – de Cantabria y Asturias por excelencia, tiene varias tiendas por ambas comunidades), fuimos a pasear en dirección al rompeolas, donde nunca Antea habíamos estado. Las vistas desde allí son preciosas, se ve el pueblo y la zona de la playa por un lado, y el mar abierto por otro, y además mirar las olas chocando contra las rocas es hipnotizante.

Vistas del faro desde las rocas más altas del rompeolas (subimos escalando, no hay camino para subir)

En la segunda mitad del rompeolas hay una señal de prohibido el paso salvo a personas autorizadas, pero nadie hace caso y todo el mundo pasa. Suponemos que es porque cuando hay mal tiempo estar aquí es bastante peligroso y así el ayuntamiento se quita de responsabilidades. Así que, si venís en invierno, con lluvia o mucho viento, debéis tener mucho cuidado y quizás sea mejor no pasar.

Vista del mar abierto

Después nos fuimos con el coche montaña adentro hacia la zona de Herrerías, que está dividida en varios barrios o pueblos pequeños. Concretamente nos acercamos a Bielva, y aparcamos el coche en una explanada a unos 5km del pueblo (Km 13 de la carretera CA850), desde donde empezaba una ruta de sólo 700m pero 100 de desnivel (la ruta está marcada con pintura azul y blanca cada ciertos metros), hasta un lugar llamado Mirador de Lleno. Es una de las cimas más altas de Herrerías y desde ahí se ve desde el mar por un lado hasta los Picos de Europa por el otro. Las vistas son impresionantes, y además hoy era un día de calina que hacía que el paisaje luciese muy diferente a normalmente. Llegamos arriba justo cuando estaba poniéndose el sol, y he de decir que merece la pena subir para contemplar la puesta de sol desde allí.

Puesta de sol desde Los Pigüezos

Las formaciones rocosas tan peculiares que hay al llegar arriba se llaman Los Pigüezos.

Ya de vuelta en el nivel del mar, fuimos a dar una vuelta por Colombres (ya en Asturias), pues nos habían hablado muy bien de este pueblo. Justo estaban celebrando un encuentro internacional de motos antiguas y estaba el lugar patas arriba. Además, llegamos a las 20:30 y no pudimos entrar al Museo de Emigración, que es lo más interesante de allí. Así que decidimos volver y dar por finalizado el día.

Casa del Museo de Emigración (desde fuera del recinto)

13 de octubre: Llanes, Poó y Celorio (Asturias)

El día comenzó en el gimnasio, el deber nos llama y había que cumplir. Por si acaso necesitáis uno por la zona oriental de Asturias, podéis encontrarlo en la Piscina Municipal de Llanes, bastante completo y nada masificado.

Después de entrenar, nos lo habíamos ganado: fuimos a comer a nuestro restaurante favorito de Llanes, la Sidrería As de Guía. A un precio súper asequible sirven un marisco riquísimo, buena sidra, queso de la zona y chorizo a la sidra (y alguna cosa más). El único problema es que siempre hay lista de espera, hoy fue de 1 hora, pero mientras tanto fuimos a dar un paseo por las afueras del pueblo, y llegamos a la Playa de Toró, muy característica porque está llena de rocas en el agua. Junto a ella hay un mirador con unas vistas geniales.

Playa de Toró

Después de comer cogimos el coche y visitamos varios sitios de los alrededores de Llanes:

Los Islotes de Llanes (en Poó), una zona de acantilados desde donde se pueden ver un montón de pequeñas islas junto a la costa y desde donde (como siempre) se ve un paisaje espectacular. En esta zona hay una playa pequeña pero que en verano está bastante masificada porque además hay un restaurante y un hotel justo al lado.

Vistas desde los acantilados de Poó

La Ermita de San Martín (Celorio), que realmente no es ni una ermita ni una iglesia, sino los restos de la misma. Esta casi completamente derruida pero junto al paisaje en el que está y su posición junto al acantilado, le dan un aire de lo más pintoresco. Merece la pena ir porque además, como no podía ser de otra manera, el paisaje es increíble.

Restos de la Ermita de San Martín

Para terminar el día, después de casi 20km recorridos (si bien no todos andando, los paseos que dimos no eran tan largos pero el gimnasio sumó unos cuantos km), visitamos el centro de Celorio y su playa, dividida en dos por una gran roca y muy pequeña cuando la marea está alta.

La verdad es que es un gusto venir a estos sitios fuera de temporada alta, casi no hay gente y se respira mucha paz! Y si el tiempo acompaña, como es nuestro caso, los días son de 10.

Pequeña playa junto a la Ermita de San Martín

12 de octubre: Puertas de Vidiago (Asturias)

Llegó el puente y como no podía ser de otra forma, nos escapamos de Madrid y sus aglomeraciones, no sin antes comernos un atasco de una hora, por supuesto. El destino, Asturias.

Nuestro hotel se encuentra en Puertas de Vidiago, un pueblo muy pequeño a pocos kilómetros de Llanes. A pesar de lo pequeño que es, sólo nos bastaron 3 minutos caminando para encontrar un restaurante buenísimo (y conocidísimo dada la enorme cantidad de gente que había) llamado Casa Poli. Sirven comida típica asturiana, y hay platos grandes, pequeños, caros y baratos. Para todos los gustos. Nosotros tomamos un cachopo para compartir, suerte que lo vimos en una mesa vecina y comprobamos que era gigante! Y no nos quedamos con hambre.

Entrada al restaurante

Como no se puede reservar mesa, había muchísima gente esperando, y no fuimos menos: Tuvimos que esperar 45 minutos, pero poco nos importó cuando dando una vuelta por el pueblo encontramos un bar-quesería (Quesería Los Cuetos) que vendía quesos artesanos de Vidiago y cervezas y sidras también artesanas. Tienen 4 tipos de queso y todos están riquísimos. Pedimos media ración de queso de oveja después de que la cocinera nos diera a probar de todos.

Queso y cervezas en la terraza de la quesería

La cerveza que probamos se llamaba Caleya, una de las más suaves de todos los tipos que había según nos recomendaron.

Después de comer fuimos hacia el mar, y muy cerca del pueblo (1km aprox.) encontramos los llamados Bufones de Arenillas, que son orificios en la parte de arriba de los acantilados y están conectados con el mar, por lo que cuando vienen olas se escucha el ruido del aire y cuando hace peor tiempo sale agua, pudiendo llegar a alcanzar hasta los 20 metros de altura. Hay un total de 10 bufones a lo largo de toda la zona protegida, la cual ha sido considerada Monumento Natural.

Dentro de uno de los bufones (esto no se puede hacer cuando hace mal tiempo porque es peligroso)

Después seguimos andando por el único camino que había hasta llegar a una cerca en cuya puerta ponía que era propiedad privada, pero como estaba abierta entramos y continuamos adelante ya que a final del camino estaba la desembocadura del Río Purón, cuyo nacimiento visitamos el año pasado y nos encantó. El final del camino es un lugar bastante escarpado (algo peligroso para niños) pero no hay nadie y se puede disfrutar del pisaje sin más ruido que el del mar.

Alojamiento – Hotel Pugide: un hotel sencillo pero que compensa con el buen trato de sus dueños y la comida casera riquísima que preparan.

9 de septiembre: Rostock (Alemania)

(Ver también Lo que necesitas saber si vas a hacer un Crucero por los Fiordos Noruegos)

No busquéis el post de ayer, porque no lo hay… Estuvimos el día entero en navegación, en total 519 millas náuticas!

Atracamos a las 8 de la mañana en el puerto de Rostock. Es un puerto industrial y está alejado de la ciudad, y la ciudad en sí no es nada turística (este es el segundo año que llegan cruceros aquí) y realmente creemos que Pullmantur en este caso tiene un acuerdo con el pueblo, si no, no tiene sentido venir aquí en lugar de alguna otra ciudad de Noruega, haciendo que además perdamos un día de excursiones.

La ciudad está a unos 20 minutos en coche del puerto, y hay varias formas de ir: teníamos opción de coger un transfer de Pullmantur que costaba 15€ por persona ida y vuelta (la vuelta porque el transfer gratis hacia el aeropuerto salía desde el puerto). También se puede ir en tren, ya que hay una estación al lado del puerto, pero nosotros elegimos la opción de taxi: por 30-35€ nos llevaron al centro de Rostock, y además cogimos uno de 8 plazas y lo compartimos con otra familia del barco que también iba.  Evitad coger los taxis que os digan un precio cerrado desde el principio, y mucho menos si es más alto de estos 35€. Nos llamó la atención que no había taxis cuando atracamos, me da que este lugar no está todavía acostumbrado a la presencia de cruceros. Había una cola de mas de 30 personas esperando taxis, y éstos llegaban de uno en uno cada pocos minutos. Eso pasa en España y tienes 50 taxis esperando en la puerta!

Ya en Rostock decidimos simplemente caminar por el centro a ver qué encontramos, y para nuestra sorpresa, en la iglesia de Santa María encontramos que tienen el reloj astronómico medieval más antiguo del mundo. Es bastante impresionante, como veréis ahora en la foto. Fue construido en 1472 y estuvo funcionando 500 años seguidos hasta que una piedra del techo de la iglesia le cayó encima y hubo que repararlo. Tardaron 40 años, y desde entonces ha estado funcionando sin parar. No logramos entender del todo cómo funcionaba, ya que observamos que los meses sólo tienen 19 días, pero curiosamente sí marcaba la fecha de hoy, pero del año 1985. Había una guía explicándolo a un grupo en alemán, y además era bastante borde y no nos dirigió ni una palabra en inglés cuando nos dirijimos a ella.

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Otra curiosidad es que en la placa de los años sólo caben unos 140, así que hay que ir cambiándola conforme pasa el tiempo, y la que hay colocada ahora acaba justo este año! Ya tienen preparada la siguiente, que va de 2018 hasta 2150.

Después estuvimos paseando por la calle principal de la ciudad, Kröpeliner St., formada por casitas típicas de madera de colores, y llena de tiendas de todo tipo: es donde vienen los lugareños a comprar. Al final de la calle se encuentra la torre Kröpeliner, a la que se puede subir por 3€ y ver la ciudad desde arriba. Nosotros no subimos; preferimos hacerlo en la iglesia Petrikirche, más alejada del centro y más alta que esta torre. Se encuentra en un barrio residencial que a pesar de encontrarse a pocos minutos del centro, estaba completamente desierto.

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De camino a esta iglesia pasamos por otra, llamada Nikolaikirche, que, para nuestra sorpresa, no era ya una iglesia, sino que había sido reformada por dentro y ahora eran viviendas!

Después de patearnos todo el centro bajo la lluvia y de probar la cerveza Rostocker, creada en Rostock como su propio nombre indica, nos fuimos en taxi al aeropuerto.

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Fuimos en taxi por pura comodidad, pero realmente deberíamos haber buscado alguna forma de ir en transporte público, que seguro que la hay, y así nos habríamos ahorrado los 65€ que nos costó llegar hasta allí…

El aeropuerto de Rostock tiene vida gracias a los cruceros. Es un aeropuerto originalmente militar (de hecho aun tiene hangares camuflados bajo colinas de tierra y vegetación) y es muy muy pequeño. A pesar de que desde hace un año reciben vuelos charter de los cruceros, siguen sin adaptarlo a ello: sólo hay una cafetería minúscula en la que se acabó el pan al poco rato de llegar los pasajeros, y una también pequeña tienda de souvenirs. En resumen, si tenéis que comer, no lo dejéis para el aeropuerto, porque os vais a quedar con hambre.

Y hasta aquí nuestro viaje en crucero a los fiordos noruegos… Se acabaron las vacaciones, vuelta a la realidad!

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7 de septiembre: Stavanger

(Ver también Lo que necesitas saber si vas a hacer un Crucero por los Fiordos Noruegos)

Ha llegado nuestro último día en Noruega, ya que mañana no saldremos del barco en todo el día porque estaremos rumbo a Rostock (Alemania) donde atracaremos el sábado por la mañana.

El barco atracó a las 8 de la mañana, y nosotros estábamos preparados para salir a esa hora porque la excursión de hoy era larga: la subida al famoso púlpito (Preikestolen). Para llegar al inicio del sendero hay que, por supuesto, salir de la ciudad, conducir hasta un ferry que lleva a Tou, y después otra vez en coche o autobús hasta el parking de Preikestolen.

Nosotros, para quitarnos de líos y no perder tiempo, teníamos contratado el viaje con Shore2Shore otra vez, y a pesar de que mucha gente que ha leído mi anterior entrada sobre nuestra mala experiencia con ellos en Geiranger, esta vez volvió a haber problemas. Si bien los problemas no nos afectaron a nosotros, quiero contarlo porque para algunos puede ser de utilidad: Había un matrimonio con un bebé de unos 6 meses. Estaban preparados para subir con el niño a la espalda. Subieron al bus en Stavanger y ya llegando a Preikestolen les dijo la guía que con un bebé no era recomendable subir. Más allá de no ser recomendable, lo que sucedió al final fue que la compañía Shore2Shore no les dejó subir, ya que NO se podía subir con bebés (yo durante el camino vi a uno). Desconozco los detalles de la conversación que mantuvieron pero sé que el matrimonio reservó y pagó la excursión por internet con antelación, y en ella aparecía claramente «2 adultos y 1 BEBÉ», por no hablar de que, si realmente no les iban a dejar subir, se lo podrían haber dicho en la ciudad en lugar de hacerles ir hasta Preikestolen para luego tenerles 4 horas en el parking esperando a que el resto de gente subiese y bajase…

Y dicho esto, os cuento cómo fue la excursión: el trayecto en sí no es un sendero llano y no es fácil, pero teniendo en cuenta esto, no consideró que sea un recorrido difícil. La mayoría de él está formado por rocas que hacen las veces de escalones, y hay varios tramos bastante empinados. La distancia hasta la cima es de 4km y lo que no me gustó nada fue la aglomeración de personas, pero está claro que viniendo con un crucero de 2500 personas no puedo esperar otra cosa. Lo que si aconsejo es que si viajáis por vuestra cuenta, intentéis enteraros de cuándo hay cruceros en Stavanger y evitar a toda costa esos días. La verdad es que la subida, como en su mayor parte el camino es estrecho, parecía la cola del supermercado. Cientos de personas que le quitaban encanto al asunto, pero que al llegar arriba y ver lo espectacular que era el paisaje, mereció totalmente la pena. Si no podéis enteraros de cuándo hay cruceros (imagino que no será fácil), intentad subir temprano, antes de las 10 de la mañana, ya que nosotros atracamos a las 8 y hasta las 10:30 no empezamos a subir. Por otro lado, si decidís subir más tarde, sobre la 1 o las 2, encontraréis a todo el mundo bajando y será imposible caminar fluidamente.



En cuanto al tiempo que se tarda en subir, nosotros tardamos 1h10 caminando rápido en la medida de lo posible y adelantando gente siempre que el camino nos lo permitía.


Las vistas arriba son sencillamente impresionantes, y el púlpito es asombroso. Hoy el día estaba nublado y las nubes quedaron debajo de nosotros, dando un toque genial al paisaje.

La bajada fue lentísima, tardamos media hora más que en subir, porque ya no teníamos prisa en llegar de los primeros para hacer la foto con poca gente, y porque con la gente que subía no podíamos sortear a casi nadie.

Ya de vuelta en Stavanger, como nos sobraba tiempo antes de que el barco zarpase, estuvimos paseando por las calles del centro de la ciudad. No fuimos a ningún lugar en concreto, ya que todo eran calles de adoquines y casas de madera pintadas de colores típicas de la zona.