Hoy, antes de volver a Roma, no ha podido faltar la visita a las ruinas de Pompeya.

A unos 20km de Nápoles y a los pies del volcán Vesubio, la antigua ciudad romana de Pompeya no fue nunca un lugar demasiado importante históricamente, pero hoy es mundialmente conocida porque en el año 79 d.C. el Vesubio entró en erupción y sepultó la ciudad por completo. La lava solidificada actuó como conservadora, y muchos siglos después fue descubierta intacta. Gracias a esto se conocen muchísimas cosas acerca de los romanos.

Es curioso y un poco escalofriante, pues los cuerpos de miles de personas que no pudieron huir a tiempo fueron cubiertos de lava, que se solidificó a su alrededor, y con la desintegración de los cuerpos, se han encontrado más de 2000 «moldes» de personas, en los que se puede incluso observar las emociones de terror de las víctimas. Uno de los arqueólogos, de hecho, rellenó esos moldes con yeso, y hoy están expuestos algunos de ellos en el recinto de las ruinas. Los arqueólogos cuentan que el estudio de los calcos ha permitido conocer muchos detalles de la vida de los pompeyanos. “Tenemos los restos esqueléticos de personas congeladas en el tiempo y el estudio antropológico de dientes y huesos nos ha permitido saber que en su dieta había gachas y también miel, pues muchos de ellos tienen caries. También son muchos los que tienen enfermedades tipo artritis derivadas de una actividad física continua, es decir, la mayoría eran trabajadores”, especifica.

Hablando del recinto, éste tiene nada menos que unas 65 hectáreas (las cuales pateamos casi al completo en 3 horas a 38º bajo el sol). Recorrer las calles de Pompeya es como pasear por el pasado. Allí se alzan impresionantes edificios como el anfiteatro, el gimnasio grande, las termas, el templo de Isis o el de Apolo. También se conservan tabernas, panaderías, lavanderías y el lupanar de la ciudad, con sus camas de piedra y sus escenas eróticas pintadas en las paredes. Algo que me llamó la atención fue justamente que se conservan las pinturas y los colores de las paredes, gracias a esa fosilización, cosa que no sucede en otros restos arqueológicos tan antiguos.

A pesar de lo grande que ya es, aún queda un 40% por ser excavado, pero el tema va despacio, ya que dicen que con lo que ya tienen hay investigación para 50 años.

La entrada cuesta 16€, sin guia ni panfleto, pero hay una app para móvil (que funciona regular) llamada MyPompeii, en la que se puede ir haciendo un recorrido virtual que aporta una breve explicación de los puntos señalados de la ciudad.
