En esta primera estancia en Tel Aviv estamos alojadas en el Barrio de Florentine, conocido por ser la zona más alternativa, hipster o hippie de la ciudad, y está muy cerca de Jaffa (o Yafo), la parte más antigua de Tel Aviv.
Aunque esto no es realmente así: Tel Aviv surgió como ciudad hace poco más de 100 años, construida por comunidades de judíos (esto os lo conteré más adelante cuando visitemos esta parte), y en este tiempo se ha ido expandiendo hasta llegar a rodear a la vieja ciudad de Jaffa, un pueblo que ha sobrevivido a 5000 años de historia en una tierra que han sucedido miles de acontecimientos por ser un punto tan estratégico geográficamente hablando. Y es por esto que hoy en día el nombre completo de Tel Aviv es Tel Aviv-Yafo.

En la mañana de hoy hemos hecho el free tour, el cual no nos ha defraudado, y además de pasear por las viejas callecitas de la Old City, nos ha contado muchas anécdotas históricas de lo más interesante.
El puerto de Jaffa es uno de los más antiguos del mundo, y fue durante muchos años también uno de los más importantes. En general todo el territorio que comprende hoy Israel/Palestina ha sido y sigue siendo objeto de conflicto, aparentemente por la religión, pero como todos sabemos, las cosas van más allá: efectivamente, el dinero y el poder siempre están detrás, y es que toda esta región fue en su día la puerta que unía Europa con Egipto, Egipto con Asia y Asia con el Mediterráneo. Más al sur todo es desierto, así que era siempre necesario pasar por aquí, y por eso todos querían controlarla. Probablemente éste fue el motivo por el que las religiones monoteístas, empezando por el judaísmo, fueron creadas aquí.
Una de las razones por las que Jaffa sobrevivía a las guerras era porque su puerto, a pesar de ser pequeño, está situado en una zona muy rocosa, lo cual hacía que fuese muy complicado de conquistar por mar.

En tiempos más contemporáneos, ha sido testigo de primera mano del conflico palestino-israelí, y hasta bien entrados los años 80 fue una zona conflictiva que casi todo ciudadano de Tel Aviv trataba de evitar para no sufrir robos o cosas peores. En un momento dado, el gobierno decidió arreglar la situación, y puso en venta todas las casas abandonadas del núcleo a un precio muy barato. La condición para adquirir una era ser estudiante de arte, sencillamente porque creían que este tipo de personas, normalmente preocupadas por su entorno, restaurarían las casas, y además de una manera «artística» y de hecho así fue.

Hoy en día, vivir en Jaffa es muy «trendy», y da gusto pasear por sus calles de piedra que te transportan a otra época.
El tour comenzaba en la Torre del Reloj, famosa por ser el primer reloj que tuvo Jaffa… nada menos que a principios del siglo XX. Hasta entonces, nadie aquí medía el tiempo en minutos, sino con el sol, y también (según ha contado nuestra guía) basándose en cigarrillos: «nos vemos dentro de 3 cigarrillos». Suena un poco raro, la verdad!

Después de la productiva mañana, hemos vuelto al hostel a por nuestro equipaje y de nuevo al tren, que en este caso nos llevaría a nuestro siguiente destino: la ciudad de Haifa, a unos 100km al norte de Tel Aviv. Hemos utilizado el tren porque la línea ferrea de este país funciona de lujo y conecta casi cualquier ciudad con una frecuencia bastante alta, y de manera tan sencilla como ir a cualquiera de las 3 estaciones de Tel Aviv y comprar un ticket para el próximo tren, que en nuestro caso ha sido 4 minutos más tarde, y en hora y media hemos llegado a la estación central de Haifa. Eso sí, como no… ya de noche.
Después de dejar las maletas, hemos cenado unas ensaladas riquisimas en un restaurante de la calle principal llamado Fattoush, con una terraza muy guay además, y de postre, una tarta típica llamada Halva, hecha de tahini (sésamo molido) y harina de avellanas.


Mañana más y mejor!
Alojamiento: Haifa Art (40€/habitación doble con baño compartido/noche) – bien situado, en el centro y a pocos minutos de la estación central y de la Avenida Sderot Ben Gurion, la más turística de la ciudad. Las habitaciones son enanas, eso sí, y las paredes de papel.