Como os conté ayer, hoy cambiamos de destino, de provincia y de comunidad: nos vamos a Galicia!
Aunque parezca que estamos cerca, la comarca de Cangas del Narcea está tan aislada que teníamos por delante casi 4 horas de coche hasta nuestro nuevo alojamiento, en Ribadavia (provincia de Ourense), así que hemos decidido parar por el camino a visitar algo interesante. La idea inicial era conocer Ponferrada, pero los carteles nos han dado una idea mejor: ir a Las Médulas. Y ha sido un acierto total.
Situadas en la provincia castellana de León y calificadas como Paisaje Cultural, Las Médulas no son algo natural: en época romana, es decir, hace más de 2000 años, había una mina de oro. Se encontraba en el interior de unas montañas que ya no existen, pues para extraerlo, los romanos utilizaban el método conocido como Ruina Montium, con el cual literalmente las montañas se reventaban a base de introducirles agua y así facilitar la recogida final del polvo de oro.
Para introducir el agua, se creaban túneles sin salida de más de 100 kilómetros donde ésta era introducida después. Cuando el agua se introducía en tromba, la compresión del aire atrapado hacía explotar la montaña. Finalmente, la masa de arcilla y agua que salía tras la explosión se lavaba en canales de madera, y se filtraba con ramas de brezo para retener el oro.
Este proceso de explotación del oro se llevó a cabo durante 200 años, y se tiene conocimiento de que durante todo el periodo se recuperaron más 5000kg de oro, con un volumen estimado de tierra removida de más de 100 millones de metros cúbicos.
De hecho, fue tan grande el volumen de materiales removidos que su acumulación al final del valle llegó a taponar las salidas naturales de agua y propició la formación del actual Lago de Carucedo, zona que también se puede visitar.
Las formaciones picudas de arcilla actuales, llamadas picachos, son el resultado de este proceso, y son las que han hecho tan famosa la región.
¿Cómo visitar Las Médulas?
Para llegar, hay que conducir hasta el pueblo de Las Médulas. Es necesario dejar el coche a la entrada del pueblo, pues hay carteles que indican que está prohibido aparcar en todo el núcleo urbano, salvo si eres residente.
Una vez aparcados, comienza la caminata, y la hay para todos los gustos: existe el recorrido corto, de tan solo 3km de longitud, pero como hay numerosos senderos por todas partes, podéis hacer rutas de hasta 20km. Para informaros de todo, podéis ir a la oficina de información turística, que se encuentra al final del pueblo, justo antes de entrar a los senderos del parque. Al principio del pueblo hay un aula arqueológica, que es donde mucha gente para a preguntar, pero la otra está mucho menos saturada.
Donde hay que subir sí o sí es al Mirador de Orellán, al que se llega por el sendero corto de 3km, pero hay que desviarse y caminar otros 900m muy muy inclinados. Si por algún motivo no podéis, existe la posibilidad de llegar en coche (en la oficina de turismo os explican cómo), pero el paseo, aunque costoso, entre una infinidad de castaños, merece la pena, y las vistas panorámicas son la foto por excelencia de Las Médulas (la foto de arriba es desde allí).
Junto al mirador se pueden visitar las Galerías de Orellán, y ver cómo eran éstas por dentro. Se trata de un recorrido guiado que cuesta unos 4€.
Nosotros hemos optado por hacer la vuelta corta más el mirador, en total unos 6km, perfectos para una visita de paso en un día de viaje, como era nuestro caso. Y nos han encantado. Un sitio muy especial, que personalmente me ha recordado a Meteora en Grecia (nada que ver en cuanto a materiales, pero me inspiraba el mismo ambiente «mágico»).