Un día en Barcelona (parte 1)

Otra de nuestras escapadas de esta Semana Santa ha sido a la ciudad de Barcelona, ya que Calafell se encuentra a una hora de allí.

Como leéis en el título, esta será la primera parte de una serie de posts sobre esta ciudad, ya que en las próximas semanas tengo que viajar allí varias veces por diferentes motivos, y tendré tiempo para seguir descubriendo sus rincones.

En este primer día, teníamos el handicap del coche, y ya se sabe que en este tipo de ciudades es complicado aparcar. Mi consejo con esto es que si es fin de semana, probéis suerte para aparcar por la parte de la ciudad que queráis (siempre que no sea el pleno Barrio Gótico, claro) ya que no estará activo el estacionamiento limitado de pago. Si no es fin de semana, podéis dejar el coche en algún centro comercial de la periferia con aparcamiento gratuito y coger el metro, que funciona bastante bien. Eso sí, el metro cierra bastante pronto (sobre las 12am).

Pues bien, nuestro recorrido comenzó en el barrio de El Carmel: tuvimos muuuucha suerte y encontramos un sitio para aparcar (y digo mucha suerte porque muchas calles allí están reservadas para residentes únicamente), y a partir de entonces, nos moveríamos andando todo el tiempo (fue una buena caminata!). El lugar que queríamos visitar aquí eran los Búnkers de El Carmel, que es un mirador desde el que se pueden observar unas vistas espectaculares de toda la ciudad. Se llaman así porque durante la Guerra Civil hubo aquí una batería antiaérea, pero nunca ha habido búnkers realmente. Después de la guerra, se instalaron varias familias y construyeron barracas, pero a principios de los 90 se les ofrecieron casas de protección oficial y se derribaron las barracas, y aún a día de hoy aún se conservan los suelos de estas casas. El contraste es enorme: mirando hacia el mar se puede ver la Barcelona más ordenada y moderna, y hacia atrás se encuentran los barrios con las calles más pequeñas e irregulares.

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A partir de aquí empieza nuestra caminata: la segunda parada fue el Parque Güell, a 1,5km de los Búnkers, y cuesta abajo. El que fuese domingo no ayudó, y estaba a reventar de turistas; aún así dimos un paseo para admirar la forma de las famosas arquitecturas de Gaudí. Eso sí, la plazoleta central, el Teatro Griego, famosa por sus coloridos bancos y por la escalera del dragón, ahora es de pago (10€) y hay pases cada media hora… Así que tocó verlo desde la barandilla! Este parque es una de las principales obras de Gaudí y uno de los iconos de Barcelona, que además se encuentra en una de sus colinas y tiene unas vistas excelentes de la ciudad.

Continuamos caminando, a otros 1,5km aproximadamente, hasta, como no, la basílica de la Sagrada Familia. No era la primera vez que la veía pero sigo pensando que tiene ese algo especial que hace que no puedas parar de observarla. Debido a que era domingo, no entramos porque estaba abarrotadísima, me lo dejo apuntado para la próxima. Esta iglesia es, no solo el símbolo de Barcelona sino un referente en todo el mundo. Lleva en construcción más de 100 años, iniciada por Gaudí y actualmente se sigue construyendo acorde a sus instrucciones, a pesar de que las indicaciones que él dejó se quemaron en un incendio. El principal motivo de esta lentitud es que, a parte de su complejidad arquitectónica, económicamente se sustentan únicamente de donaciones y de las entradas que se cobran a los que quieren verla por dentro (lo cual es altamente recomendable porque, entre otras cosas, no existe la línea recta en ninguna parte!). A parte de las fotos, os dejo aquí un enlace en el que podéis leer unas cuantas curiosidades sobre la basílica muy entretenidas.

La comida la hicimos en un italiano cercano a la Sagrada Familia, llamado Il Capriccio, muy recomendable, con nada menos que 101 pizzas diferentes y (las dos que nosotros probamos) muy ricas. Además, tenéis descuento reservando con El Tenedor.

Después de recuperar fuerzas, volvimos hacia el coche y condujimos hacia Montjuïc (aparcamos junto al Estadi Joan Serrahima) y dimos el último paseo del día, pasando por el Museo Nacional de Arte de Cataluña, un edificio imponente a cuyos pies tiene la Fuente Mágica de Montjuïc, y continuando hacia abajo, las Torres Venecianas y la Plaza de España. Nos faltó la visita al Castillo de Montjuïc, pero ya era tarde y estaba cerrado; si os da tiempo, os lo recomiendo.

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Y para la próxima me reservo, por un lado, La Rambla y sus alrededores, y también el Barrio Gótico, El Raval y la zona de la playa… pronto más y mejor!

 

Torija (Guadalajara): una parada en el camino

Torija es un pueblo perfecto para hacer un alto en el camino en vuestro viaje por la A2, ya que se encuentra junto a ella en el km 73, y no hay más que tomar una salida en la autovía y a los pocos metros llegaréis al pueblo.

Se encuentra en la provincia de Guadalajara y lo llaman «La Puerta de la Alcarria» ya que se encuentra al final del valle donde empiezan estos característicos llanos de Castilla-La Mancha.

Todo el pueblo en sí tiene mucho encanto, pero lo más característico del mismo es su monumental castillo, el cual fue construido por los Templarios para controlar todo el valle y por el que también pasaron los navarros en el siglo XV y El Empecinado en el XVIII. Durante la Guerra Civil fue sede del Ejército Republicano. Actualmente está restaurado y en su interior hay un museo dedicado al libro de Camilo José Cela «Viaje a la Alcarria».

También podéis tomar algo en la preciosa Plaza de La Villa, junto al castillo (y es un buen sitio para aparcar el coche) y visitar la Iglesia de la Asunción.

Como decía, es una muy buena opción para hacer una parada en vuestro viaje y aprovechar para conocerlo, ya que no os llevará mucho tiempo, y comer. Hay un restaurante que se llama Asador Pocholo, que siempre está hasta arriba pero que fue galardonado en el año 2008 como uno de los mejores restaurantes de Castilla-La Mancha.

Nosotros no pudimos comer por no haber sitio y optamos por el Restaurante Las Cucharitas, justo detrás de la Plaza, con comida casera muy bien elaborada y menú del día también en fin de semana.

Un día en Ávila

Después de pasar el sábado en Salamanca, y ya que la tenemos tan vista, el domingo decidimos que en lugar de volver a Madrid directamente, pasaríamos el día en Ávila.

Es una ciudad muy pequeña, y en un par de horas puedes ver el casco antiguo de cabo a rabo. De hecho, después de dar una vuelta por el interior de las murallas, decidimos dar un paseo nada menos que rodeando la ciudad entera: tan simple como salir de las murallas y empezar a caminar por su lado. Un paseo muy bonito ya que están muy bien cuidadas y junto a unas praderas de césped verde precioso, en el que dan ganas de echarse una buena siesta!

También existe la opción de dar un paseo por encima de la muralla, para ello debes ir a la taquilla y comprar la entrada que te permitirá subir (desconozco el precio).

Aquí unas cuantas fotos de los mejores lugares de la ciudad:

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Las murallas desde fuera, una vista preciosa

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La plaza del Ayuntamiento

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La Catedral de Ávila

Fuera ya del centro de la ciudad, merece la pena sin ninguna duda visitar Los Cuatro Postes. Es una construcción en las afuera que está elevada sobre unas rocas y desde donde se puede ver una vista panorámica de la ciudad, como esta:

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Y no podía acabar este post sin recomendaros un restaurante en el que caímos de rebote y que como siempre que esto nos pasa, acertamos de lleno. Se llama el Molino de la Losa y está muy cerca de Los Cuatro Postes. La comida es tradicional y tiene, como no puede ser de otra manera, un buenísimo chuletón de Ávila. Los precios no son exagerados, por unos 30€ puedes comer perfectamente (sin vino). Y tengo que decir que lo mejor que probé fue el postre! Lo vi en la carta de pasada y me llamó la atención por su nombre: Texturas de chocolate con aceite de oliva y sal. Decidimos pedirlo y… menos mal que lo pedimos! Estaba espectacular, y de hecho el camarero nos dijo que hace 2 años había ganado el premio el mejor postre de Castilla y León. Mmm!

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26 cosas que hacer en Praga

Praga, capital de la República Checa, una ciudad Patrimonio de la Humanidad en pleno centro de Europa que ha sido testigo de infinidad de acontecimientos a lo largo de la historia, y si miras con ojos atentos puedes apreciar muchos de ellos en su suelo adoquinado y calles estrechas. Una visita de 5 días ha sido suficiente para enamorarme de este lugar, y estas son 26 cosas que no puedes dejar de hacer aquí:

  1. Hacer el Free Tour por el centro de la ciudad: lo hay en español, de hecho hay varias empresas que lo hacen. Es gratuito (sólo debes pagar la voluntad) y hace un recorrido por los lugares más representativos de Praga. Es una buena opción para hacer nada más llegar, porque de esta forma descubres qué lugares puedes visitar y su historia, y cuando termines puedes elegir qué visitar más a fondo.
  2. Visitar las numerosas torres que defendían la ciudad: la Torre de la Pólvora, las torres del Puente de Carlos… A todas ellas se puede subir y ver las vistas, pero para mí las mejores son desde la torre del ayuntamiento (ver el número 20).
  3. Sorprenderse con el funcionamiento del reloj astronómico: si hacéis el Free Tour os lo explicarán, ya que es un pelón complicado, pero es una pasada. No sólo da la hora, sino también la fecha, las horas de sol y las fases de la luna. En él están representadas las funciones que debía hacer un campesino cada mes del año, de esta forma los analfabetos (que eran la mayoría) eran capaces de saber en qué mes se encontraban y qué les tocaba hacer en cada momento. Nota: no hay foto porque el reloj lleva meses en restauración, y en consecuencia, cubierto por andamios. Si pensáis viajar a Praga antes de junio de 2018, sabed que hasta dicho mes no lo destaparán. Vaya chasco nos llevamos!
  4. Comer una salchicha checa y un trdelnik en la plaza de la Ciudad Vieja: casi siempre tienen cualquier excusa y está llena de puestecillos que venden comida. El dulce típico por excelencia es el Trdelnik (una especie de rollito con azúcar por encima que puedes tomar sólo o con más ingredientes en su interior – para mí el mejor, sin nada). Puedes encontrar este tipo de dulce en cualquier parte de la ciudad y siempre verás a alguien con uno en la mano cada pocos metros.
  5. Visitar la iglesia de Tyn: en la plaza de la Ciudad Vieja, tiene una pasada de fachada que está rodeada por casas, construidas posteriormente a la iglesia y cuya explicación es que querían protegerla. Gracias a esto nada más que se pueden ver las torres y la parte superior.IMG_4204
  6. Hacer un tour por el barrio judío: numerosas sinagogas, para mí la mejor es la Sinagoga Española (llamada así por tener una decoración de estilo morisco) es preciosa por dentro y además tiene una exposición sobre la vida de los judíos en los últimos siglos. La Sinagoga Pinkas es muy impactante porque en sus paredes se pueden leer los más de 77.000 nombres de judíos checos asesinados durante la II Guerra Mundial. Tampoco puedes dejar de ver el cementerio judío, cuyas tumbas se apilan unas encima de otras ya que no les dejaban ser enterrados en otra parte de la ciudad y tuvieron que empezar a echar tierra encima para hacer pisos. Las lápidas están medio caídas y superpuestas debido al movimiento de la tierra, y se estima que hay unas 12.000 lápidas… y 100.000 cuerpos. Si te fijas, encontrarás la tumba de Franz Kafka.         IMG_4378
  7. Pasear por las colinas del parque Riegrovy y tomar una cerveza en alguna de sus praderas: desde este parque hay unas buenas vistas de la ciudad desde el lado contrario al castillo y si vas con buen tiempo, es muy agradable recostarse en la hierba y relajarse después de un día pateando la ciudad.BB5C1DD5-639C-4820-A0AD-7C03AD26B3B1
  8. Visitar el Clementinum, un complejo religioso donde se alojaron los Clementinos con el objetivo de catolizar el país. Es enorme y se encuentra en pleno centro de la ciudad. Desde fuera no se aprecia, parecen simples edificios, es por dentro donde está lo interesante.
  9. Cruzar el Puente de Carlos y subir a alguna de sus torres para ver una panorámica de la Ciudad Vieja.IMG_4235
  10. Esperar a que el semáforo de la calle más estrecha del mundo se ponga en verde: tiene semáforos para los peatones, porque no caben dos personas a la vez. Realmente es un reclamo turístico, ya que es una calle cortada, al final de ella hay una platica enana que es la entrada a un restaurante, pero es curiosa cuanto menos.BA22D605-861F-466B-B8E8-5E209AE4B13B
  11. Intentar leer alguna pintada de las miles que hay en el muro de John Lennon:  durante el comunismo, este cantante, al igual que muchos otros, estaban prohibidos en la República Checa y los países del bloque comunista. Aún así, los jóvenes lo escuchaban en la clandestinidad, y para ellos era un símbolo de libertad, así que empezaron a pintar fragmentos de sus canciones en este muro como reclamo a esa libertad que no tenían. A día de hoy todas estas pintadas están tapadas por algunas más actuales. La gente sigue pintando en el y en mi opinión ha perdido la esencia de lo que fue en su día, pero no deja de ser curioso y digno de visitar.IMG_4269
  12. Alucinar con los movimientos de la cabeza de Kafka: existe un monumento hecho de material metálico, muy cerca de la plaza de Wenzeslao. Es una cabeza, concretamente la de Kafka, y esta dividida en varias secciones horizontales que se mueven creando patrones. Es bastante curioso y entretenido de observar durante unos minutos, tan estrafalaria como lo fue este autor de nacionalidad checa.IMG_4261
  13. Caminar por la Plaza de Wenzeslao y visitar el Museo Nacional.
  14. Esperar a que el tren te traiga una cerveza en el bar Vytopna, en la Plaza Wenzeslao: como bien dicen, es el único bar donde los camareros son trenes… No voy a poner fotos para que lo descubráis por vosotros mismos! No es caro en absoluto y también se puede cenar bastante bien.
  15. Ver el cambio de guardia en el Castillo de Praga: el castillo es un must-see, aunque en mi opinión está bastante masificado ya que todo el mundo va a visitarlo con guías, así que está lleno de grupos bastante grandes. El recinto del castillo es enorme, de hecho dentro de él hay una catedral inmensa, la Catedral de San Vito. No os imaginéis un castillo de piedra y almenas, sino que es más parecido a un gran palacio.IMG_4292
  16. Disfrutar de una comida con vistas a Praga en el Restaurante Lobkowicz Palace Café, dentro del recinto del castillo. Tienen comida muy rica y además es muy asequible de precio.IMG_4300
  17. Dar un paseo por el parque Petrin (junto al castillo) y subir al mirador de la torre Petrin, desde donde encontrarás las vistas más altas de la ciudad.IMG_4309
  18. Bajar de la zona del castillo a la zona del río en el funicular, que se coge justo al lado de la torre de Petrin.
  19. Alucinar con la forma de la Casa Danzante, un edificio moderno digno de visitar debido a su extraña arquitectura. Según los entendidos, no sólo es original y curioso, sino que es una edificación extremadamente difícil de sostener en pie.IMG_4318
  20. Subir a la Torre del Ayuntamiento (junto al reloj astronómico) para disfrutar de las mejores vistas de la ciudad, con la plaza de la Ciudad Vieja justo a nuestros pies.IMG_4360
  21. Disfrutar de uno de los numerosos conciertos que se dan en las iglesias de la ciudad, algunos gratuitos y otros de pago: la República Checa es un país laico (el 70% de sus habitantes es agnóstico) por lo que el Estado ha decretado que las numerosísimas iglesias que hay por todo el país, deben ofrecer conciertos y otras actividades culturales además de hacer misa, de esta forma cualquier persona puede beneficiarse de estos edificios.
  22. Tomar una (o unas cuantas) cerveza negra en el bar más antiguo que probablemente hayas estado nunca: el U Fleku. Fundando en el año 1499, es famoso por ser la cervecería más antigua de Praga. Nada más entrar te sirven una jarra sin preguntar, y además se come comida típica checa muy rica, a un precio muy asequible.
  23. Hacer un paseo turístico en barco por el río Moldava, donde una guía te va explicando los diferentes edificios por los que pasas y explicando algo de su historia. También los hay con opción a cena, cena y concierto o comida.
  24. Subir a lo alto del parque Letenske a observar el Metrónomo: un monumento en honor al paso del tiempo, y también al paso de los regímenes por esta región céntrica que se ha visto involucrada en tantos conflictos a lo largo de su historia.IMG_4368
  25. Tomar una sopa de Goulash metida dentro de una hogaza de pan. Perfecto para cuando hace frío (y cuando tienes hambre!).IMG_4374
  26. Y para terminar y llevarse algún recuerdo, comprar unos cuantos souvenirs más baratos que en el resto de la ciudad, en la calle Havelska.

25 de marzo: Benidorm y Fonts del Algar (Alicante)

Domingo, día de descanso, así que teníamos todo el día por delante para descubrir sitios nuevos.

Por la mañana nos acercamos al mercadillo de Benidorm, que pone sus puestos los domingos (como cualquier típico mercadillo de pueblo). Aprovechamos para comprar verduras de primera calidad, que nos encanta, y después de dejar la comida en casa empezamos a caminar en dirección norte (tenemos la casa en el norte de la playa de Levante, así que nos pilla muy cerca la «salida de la jungla»). Nos aproximamos al Parque Natural de Serra Gelada, a su inicio en Benidorm. Desde la Punta del Pinet se puede hacer una caminata no muy larga y con preciosas vistas, pues se puede caminar junto a los acantilados. En este camino hay dos calas: primero la Cala Almadraba y más adelante la Cala Tío Ximo. Nosotros llegamos hasta aquí, pero se puede continuar mucho más, por ejemplo hasta la Punta de L’Escaleta, donde está el mirador de Serra Gelada. Y todo esto sin coger el coche! Parece mentira que mirando hacia atrás tengamos los horribles rascacielos de esta extraña ciudad.

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Vistas desde la Punta del Pinet

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Cala Almadraba

Para comer elegimos un lugar recomendado por un amigo de Benidorm: Los Marianos. Es un restaurante abierto 24 horas y casi siempre lleno de gente. Se caracteriza porque las raciones son bastante grandes y muy, muy baratas (por 6-7€ comes hasta llenarte), además, hay bastante donde elegir, no es la típica comida basura. Se puede comer sano, sí.

Después de comer nos fuimos directamente con el coche a visitar otro lugar que nos prometieron espectacular, y así fue: se trata de Les Fonts de L’Algar (en Callosa de Ensarriá). Es el nacimiento del río Algar, donde se encuentran numerosas cascadas y piscinas naturales de agua cristalina. En verano siempre está bastante lleno, pero en esta ocasión (porque además llovía) lo teníamos todo para nosotros solos. Normalmente hay que pagar y el cierre es a las 20:00.

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Cascadas a la entrada del recinto

*Tip* si caminas hasta el final del recinto, encontrarás un cartel que dice «fin del recorrido, no pasar». Puedes pasar sin problema y continuar caminando hasta el final, donde hay otra poza más y donde realmente está el nacimiento el río (al que sólo se puede acceder nadando). Incluso en verano, aquí nunca suele haber gente, y es un lugar mágico.

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Poza justo antes del nacimiento del río

Restaurante Volvoreta (Cuatro Torres Bussines Area – Madrid)

Hasta ahora no había visto el momento de escribir sobre lugares de mi propia ciudad, y eso que Madrid tiene para rato.

El fin de semana pasado quise averiguar si había alguna forma de subir a las 4 torres más altas (y con muchísima diferencia) de la ciudad, las Cuatro Torres Business Area. Por desgracia, descubrí que sólo se puede subir al edificio del Hotel Eurostars Madrid Tower, y única y exclusivamente si uno está hospedado en el hotel (habitaciones desde 200€) o reservando para comer en su restaurante. Los demás rascacielos son inaccesibles para gente que no trabaje en ellos.

Decidí investigar un poco sobre la carta y precios del restaurante Volvoreta (ubicado en el piso 30 del hotel), y vi que podía ser un buen momento para probar comida de primera y disfrutar de las mejores vistas de la ciudad.

La carta y los precios son estos: Carta Restaurante Volvoreta

Es imprescindible llamar para reservar, y sobre todo si se quiere una mesa pegada a la ventana (para esto hay que llamar con mucha antelación). Nosotros tuvimos suerte, ya que llamamos la tarde anterior (para comer al día siguiente) y aunque nos dieron el turno de las 13:30, nos pusieron en una mesa desde la que se veía todo muy bien (aunque no era de primera línea) pero nada más llegar nos dijeron que había una cancelación y nos podríamos sentar en los ventanales (eso es tener mucha suerte).

Vistas desde nuestra mesa

Mi consejo es ir a comer en vez de a cenar (en verano se puede cenar pronto ya que anochece más tarde y seguro que hay una puesta de sol increíble), ya que las vistas son hacia las afueras de Madrid (como se puede ver en la foto) y de noche no se puede ver nada más que luces de barrio en vez de la sierra (que como ahora está nevada es una vista preciosa). La pena es que en dirección al centro de Madrid (vistas a la Castellana, Torres Kio…) están tapadas por las paredes del restaurante, y aunque hubiese ventanales tampoco se vería porque una de las torres está justo delante.

En cuanto a la comida, para mi gusto estaba deliciosa. Obviamente era poca cantidad para el precio que costaba, pero ya se sabe como es este tipo de cocina y teniendo esto en cuenta creo que las cantidades eran aceptables. Pedimos un entrante, dos principales y un postre para dos y no nos quedamos con hambre, y repito que estaba todo espectacularmente bueno. Además, al final traen unos dulces que son una sorpresa para los sentidos y fue muy gracioso!

Después de comer nos colamos en algún pasillo de habitaciones para comprobar las vistas desde ahí, pero no se ve nada de nada, está todo tapado.

Para rematar la comida, dimos una vuelta por Plaza Castilla y sus peculiares Torres Kio.

La mejor vista para mí, sin duda, desde la mediana de la calzada del Paseo de la Castellana.