(Ver también Tips: UAE | Bahrein | Qatar)
De nuevo andamos por Dubai, último día completo del viaje. El barco ha vuelto a su punto de inicio y pasará aquí todo el día y el día de mañana, para que podamos irnos los que llevamos toda la semana en él, y se unan nuevos pasajeros.
Hoy aprovechamos para ver todo aquello que nos faltó el primer día (básicamente casi todo). Cogimos un taxi hacia el punto más alejado de todas nuestras paradas de hoy: The Palm, una isla artificial que tiene forma de palmera. No se puede entrar a ella caminando, debe ser sobre ruedas o en monorrail. Nosotros optamos por que el taxi nos llevase hasta el extremo de la isla, allí donde se encuentra el Hotel Atlantis, uno de los más famosos de la ciudad, junto al que hay, como no podía ser de otra forma, un centro comercial (hay muchísimos por todo Dubai). Desde allí hay buenas vistas del mar, con un color azul turquesa, y lo ideal es volver hacia tierra firme tomando el monorrail, que va por encima de la carretera desde este punto hasta el principio de la palmera, y desde donde se pueden disfrutar de vistas muy bonitas.
Al llegar a la parada final, de nuevo en tierra «no artificial», nos encaminamos hacia el Dubai Marina, una zona residencial alrededor de un lago, que muchos extranjeros eligen para vivir. Fuimos andando porque la distancia era de 1,5km, pero hay que estar muy pendientes ya que la carretera grande de la ciudad pasa por allí y no hay pasos de peatones para cruzar, lo mejor es cruzar por el paso elevado que hay justo al lado de la estación de monorrail.
A parte de un agradable paseo por la zona, nuestra intención era subir a los pisos más altos del Hotel Marriot Harbour, pues desde allí se ve muy bien The Palm desde arriba, y se puede apreciar su curiosa forma, cosa que obviamente desde dentro no se aprecia. Pero finalmente decidimos hacer un cambio de planes ya que el coste por subir era de 80€ porque era la hora del brunch y venía incluido… vaya desayuno más caro! Si os planteáis subir, es mejor hacerlo a partir de las 16:00 que al no haber comida obligatoria la entrada es algo más barata, y este es el único edificio de la zona al que es posible subir (según nos informaron) ya que el resto son casi todo residencias privadas.
Para la siguiente parada sí era necesario tomar un taxi porque aunque en el mapa parecía cercana, la distancia era de 8km (tened cuidado con los mapas, parece que todo está mucho más cerca de lo que realmente está). El destino era el centro comercial Madinat Jumeirah, muy agradable por estar rodeado de canales de agua, y desde donde se puede ver de (más o menos) cerca, el hotel más caro del mundo: el Burj Al Arab.
En uno de los canales al final del centro comercial se ofrecen paseos en barca para ver las villas pertenecientes al Hotel Al Qasr, pero lo que merece la pena es que la barca para en el final del canal, desde donde se pueden sacar buenas fotos del Burj Al Arab, cuya forma es bastante curiosa.
Después de comer allí (cualquier restaurante, que hay varios, son bastante caros), nos acercamos en taxi a la playa pública de Jumeirah, una de las pocas de Dubai que son de entrada libre y gratuita. Estaba llenísima de gente de todo tipo, sobre todo porque desde allí se puede hacer la típica foto de (de nuevo) el Burj Al Arab, aunque esta vez más lejos.
Por si os planteáis disfrutar de este hotel, os digo que la habitación más pequeña mide 175m2 y la más barata son unos 1300€ por noche… Una ganga! Otra forma de poder entrar al hotel es reservando mesa en su restaurante, que sale por persona a 200€ aproximadamente.
En el mismo paseo marítimo pasaban muchos taxis y cogimos uno para que nos llevase primero a una mezquita nada conocida ni turística (de hecho ni el propio taxista la conocía): Al Farooq Omar Bin Al Khattab Mosque. Estuvimos prácticamente solos, y por dentro es digna de ver.
Como la parada era corta, el taxi nos esperó (si venís, haced lo mismo porque no vais a encontrar un taxi por ninguna parte allí, ya que no es una zona turística) para llevarnos al JW Hotel Marriot, el cual tiene en los pisos superiores varios restaurantes y bares y desde el cual se puede ver muy bien el Burj Khalifa. Ya eran casi las 18:00, y la idea era ver la puesta de sol desde allí. Subir es gratis, y sólo pagas lo que consumas. Para saber al cuál subir, ya que el hotel se compone de dos torres iguales, podéis preguntar en la recepción situada a la derecha según entráis al hotel. Nosotros optamos por subir a Vault, un bar en el piso 72, con muy buen ambiente y justo en la Happy Hour, así que los cocktails eran más baratos. El error fue que este bar estaba en la torre 1 (la de la izquierda) y la torre 2 (la de la derecha) nos tapaba parte del Burj Khalifa, pero igualmente había unas vistas increíbles y la puesta de sol dejó unos colores preciosos.
Y llegó, la última parada del día (y del viaje). Fuimos caminando hasta el Burj Khalifa (2,5km desde donde estábamos) admirando los edificios iluminados, fue un paseo que me encantó. Último vistazo al rascacielos iluminado, a la fuente con el espectáculo de agua, y vuelta al barco.
Ha sido un viaje estupendo, visitando lugares tan diferentes, que a priori parecen artificiales, y bueno, realmente lo son, pero eso no quita que sean dignos de admirar por sus formas, altura y originalidad. Tan diferente a cualquier cosa que haya en España, así que creo que, al menos una vez, hay que venir.
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