El alumbrado público llegó por primera vez a las calles del mundo en el siglo XVIII, y al ser financiado por los ayuntamientos, las ciudades más importantes y ricas fueron las primeras en disfrutar de él. Las privilegiadas fueron ciudades como París, Londres… y Haro. Sí. En España, no fueron Madrid, Barcelona o Valencia las pioneras, sino la (no tan) pequeña localidad riojana de Haro.
Pero la curiosidad no se queda aquí, y es que el responsable de esto fue un insecto microscópico llamado filoxera. Si sois aficionados al vino o habéis hecho enoturismo alguna vez, este término os sonara, pero… ¿qué tendrá que ver? Comencemos por el principio, lo cual nos servirá para entender la historia de Haro.
Tradicionalmente siempre fueron los franceses los más avanzados en conocimientos y técnicas de elaboración del vino. Además de una antigua tradición, ya desde la Edad Media contaban con centros de estudio y universidades vinícolas. Exportaban vino a América, y de allí traían vides americanas y madera de roble americano para fabricar barricas, y otras materias primas. Con la fabricación del barco de vapor en el siglo XIX, los tiempos de transporte por el Atlántico se acortaron considerablemente, lo cual trajo muchos beneficios… y un gran, gran problema: un pequeño insecto (al que posteriormente se bautizó con el nombre de filoxera) que se alimenta de las raíces de la vid, llegó vivo a Europa dentro de los barcos de vapor; el reducido tiempo de transporte no permitió que muriera durante el camino, y entonces comenzó la invasión: la filoxera descubrió que media Francia estaba atestada de un gran manjar, y a partir de 1832, comenzó a consumir las viñas francesas, y en 8 años arrasó con prácticamente el 100% de ellas.
Mientras investigaban el motivo de la epidemia que afectaba a sus vides, los viticultores decidieron salir de Francia para continuar con su negocio.

En efecto, La Rioja fue uno de los lugares elegidos, y concretamente a Haro se trasladaron muchos de ellos, pues, entre otras cosas, la localidad tenía parada de ferrocarril desde el año 1863. Primero fueron en busca de vino para llevar a Francia, ya que allí había dejado de producirse (Haro ya era famoso por su vino desde la Edad Media) y posteriormente los bodegueros franceses comenzaron a construir sus bodegas alrededor de la estación, lo que dio finalmente lugar a uno de los lugares más emblemáticos de Haro que hoy podéis visitar: el Barrio de la Estación, una zona a las afueras del casco antiguo en la que tienen presencia decenas de bodegas, que desde su construcción subían sus vinos al tren rumbo a Francia.

Gracias a estos acontecimientos, Haro se convirtió en una de las ciudades más ricas de España, y su mote «la capital del Rioja» ha llegado hasta nuestros días.
Una visita a alguna de sus bodegas es algo imprescindible que hacer en Haro, pero además, no dejéis de pasar por los siguientes lugares:
- Plaza de la Paz: el centro neurálgico de Haro y donde podréis haceros la mítica foto con el cartel. La fachada del Ayuntamiento es también muy curiosa, decorada con barricas de las diferentes bodegas de la ciudad.
- Iglesia de Santo Tomás: fue construida entre los siglos XVI y XVII y presenta diferentes estilos arquitectónicos.
- Palacio de los Condes de Haro: con su llamativa fachada, acoge hoy en día un Centro Cultural.
- Basílica de la Virgen de la Vega: esta Virgen es la patrona de Haro (junto con San Felices), data de principios del siglo XVIII y fue construida sobre los restos de una antigua ermita románica

Y para completar la visita, cerca de Haro, podéis visitar la capital de La Rioja Alavesa: Laguardia.
[…] casualidad pasamos por este pequeño pueblo ubicado en la Alta Rioja, en nuestro camino desde Haro hasta Ábalos, donde pasamos un fin de semana estupendo de turismo […]
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