La ruta parte desde el Refugio de Linza, en el valle de Ansó (Huesca), un clásico del Pirineo occidental. Recomendable madrugar, sobre todo en verano. A parte de por el calor, porque el parking se llena rápido.
Desde los primeros metros, la senda (marcada como GRT-13) empieza a ganar altura entre pinos y pastos. No hay descanso. La subida es constante y el terreno alterna zonas de tierra compacta con piedra suelta. Se avanza bien, pero con respeto: sabes que te queda un día largo.
El Collado de Linza es el primer punto de respiro. Desde allí se abre la vista a los gigantes del entorno: Petrechema, Acherito, Sobarcal… y, al fondo, la protagonista del día. La Mesa de los Tres Reyes aparece recortada contra el cielo, con esa forma inconfundible que parece esculpida para recordar quién manda aquí.
Dejas la GRT-13 y tomas el desvío a la Mesa de los Tres Reyes / Hiru Erregeen Mahaia. A partir de aquí el paisaje cambia por completo: roca caliza, silencio y ese tipo de terreno donde cada paso se gana. Y debes tener mucho mucho ojo, porque hay varios no-caminos (rutas marcadas por hitos de piedras pero que van a otras cimas). No pierdas de vista el track porque en determinado momento hay que girar 90º a la izquierda.
Seguimos entre rocas afiladas y el sendero se retuerce y asciende hacia una cresta que marca el tramo final. No hay pasos técnicos, pero la subida exige piernas, equilibrio y mucha concentración.
En el último tramo, alguna pequeña trepada te obliga a usar las manos, nada serio, pero suficiente para recordarte que estás en alta montaña.
Y entonces, el vértice geodésico. 2.454 metros. Tres reinos (Navarra, Aragón y Francia) y un solo pico. A pocos metros, la estatua de San Francisco Javier, con su pañuelo ondeando al viento, y una pequeña maqueta del castillo de Javier que se ha convertido ya en símbolo de esta cima.
El panorama desde arriba corta la respiración: el Petrechema se impone al norte, el Pic d’Anie aparece en la distancia, y más abajo, el Ibón de Lhurs refleja el cielo como un espejo.
El descenso se hace por el mismo camino, y la bajada entre esas puntiagudas rocas pide atención, especialmente en los tramos más descompuestos.
En total, 18km, 1800m de desnivel positivo y una jornada de las que dejan huella.
Aquí te dejo el track (descárgalo, porque pasarás el día sin cobertura, incluido parking y refugio).
Cómo llegar al Refugio de Linza
Se encuentra en el valle de Ansó (Huesca), dentro del Pirineo occidental. Desde el pueblo de Ansó se accede por una carretera estrecha pero asfaltada hasta el refugio, donde hay aparcamiento amplio y una fuente (la única en toda la ruta, por cierto).
El Moncayo impone desde lejos. Lo ves y entiendes por qué tantas veces lo llaman la montaña sagrada del viento. Subirlo no tiene misterio técnico (aunque sí una buena subida llena de piedras sueltas, todo hay que decirlo), pero sí una energía especial.
La ruta comienza en el parking previo al Santuario del Moncayo, a unos 1.570 m. El acceso más habitual es desde el parking del Santuario del Moncayo, dentro del Parque Natural del Moncayo, al que se llega desde San Martín de la Virgen del Moncayo (Zaragoza). La carretera está asfaltada hasta arriba, aunque los últimos kilómetros son estrechos y con curvas.
Desde el aparcamiento, el sendero está perfectamente señalizado con marcas blancas y amarillas (PR-Z 79). Desde el primer paso el desnivel se hace notar. No hay tregua: el sendero se empina rápido entre pinos y piedras sueltas, y pronto el bosque se abre dejando ver la ladera pelada de rocas afiladas que lleva hasta la cima. Es una subida constante, de esas que te piden paciencia y piernas.
A mitad de camino, el paisaje cambia por completo. La vegetación desaparece y el terreno se vuelve de roca y viento. Es el Moncayo en su versión más pura: sobrio, duro y espectacular. Giré un momento para mirar atrás y la vista era brutal: ni una nube ese día cubriendo el valle, arriba el aire cortaba y todo parecía en silencio.
La última parte hasta la cumbre es más amable, una cresta ancha que invita a disfrutar el tramo final. Y al llegar al vértice geodésico, el clásico bloque de cemento con la placa de 2314 m y la Virgen del Moncayo. Desde arriba, se ve todo: el Moncayo aragonés, el Moncayo soriano, y la sensación de estar justo entre dos provincias que comparten una misma montaña.
El descenso es rápido, todo por la misma senda, y con mucho cuidado en la zona de piedra suelta. En total, unos 9,3 km y 800 m de desnivel positivo, que se disfrutan de principio a fin si el día acompaña, como fue en mi caso. Recordad que sopla un fortísimo viento siempre, así que sea la época que sea, allí arriba suele hacer bastante frío.
En pleno corazón de los Ancares lucenses se esconde Piornedo, una aldea que parece detenida en el tiempo y que se cruzó en mi camino por casualidad cuando buscaba coronar el punto más alto de la provincia de Lugo. A casi 1.200 metros de altitud, este pequeño pueblo de montaña es uno de los lugares más especiales de Galicia, no solo por su ubicación, sino por lo que conserva: las pallozas.
Piornedo fue, durante siglos, una aldea aislada. Sus habitantes vivían de la ganadería y la agricultura en condiciones muy duras, lo que les obligó a construir casas adaptadas al clima extremo de la zona: inviernos largos, nieve abundante y veranos cortos.
De ahí nacen las famosas pallozas, viviendas prerromanas de planta circular u ovalada, con muros de piedra y cubiertas de paja de centeno. En ellas convivían las familias con los animales, lo que ayudaba a mantener el calor durante el invierno. Su origen se remonta a tiempos celtas y, sorprendentemente, se mantuvieron habitadas hasta bien entrado el siglo XX.
Muchas de estas construcciones siguen en pie y algunas pueden visitarse, como el Museo Palloza de Piornedo, que conserva el interior tal y como vivían las familias hace unas décadas. Entrar allí es como hacer un viaje al pasado: hogar, cocina, cuadras y herramientas tradicionales, todo bajo el mismo techo de paja.
Lo bonito de Piornedo es que no es solo un museo al aire libre. Es un pueblo vivo, rodeado de montañas espectaculares, con casas de piedra, hórreos, iglesias pequeñas y esa atmósfera tranquila que invita a quedarse unos días. Pasear por sus calles empedradas, con las pallozas asomando entre la niebla o la nieve, es de esos recuerdos que se quedan grabados.
Además, como mencionaba al principio, es punto de partida para ascensiones míticas de los Ancares, como el Mustallar o el Cuiña, lo que lo convierte en lugar de peregrinaje tanto para senderistas como para quienes buscan turismo rural auténtico.
Piornedo es mucho más que una aldea bonita: es un pedazo de historia viva, testimonio de cómo se las ingeniaban los gallegos de montaña para sobrevivir en condiciones durísimas. Y al mismo tiempo, es uno de los pueblos más pintorescos de Galicia, perfecto para descubrir sin prisa, saborear la calma y dejarse envolver por su magia.
Y aunque es el más famoso en la parte lucense de los Ancares, no está solo. Os dejo otros que merecen ser visitados, y así podéis completar la visita de fin de semana:
Balouta (León): al otro lado de la sierra, conserva también pallozas habitadas y un ambiente muy parecido.
Campo del Agua (León): un conjunto de pallozas más abandonadas, con un aire casi arqueológico, donde la naturaleza se mezcla con las construcciones.
Cervantes (Lugo): el concello al que pertenece Piornedo está lleno de pequeñas aldeas con hórreos y casas de piedra que mantienen la esencia tradicional.
O Cebreiro (Lugo): el más turístico de todos, al estar en el Camino de Santiago Francés. También conserva pallozas, pero con mucho más movimiento de visitantes.
Todos ellos forman parte de un mismo legado cultural y arquitectónico que hace de esta zona uno de los rincones más auténticos de la montaña del noroeste peninsular.
Nueva cima del Reto CIMASxPROVINCIAS conquistada, esta vez la número 27, el techo de Lugo.
Distancia total: 14km (ida y vuelta)
Desnivel positivo acumulado: 900m
Tiempo total empleado: unas 5 h con paradas incluidas
Punto de inicio y final: Piornedo (pedanía de Cervantes, Lugo)
Tipo de ruta: lineal (ida y vuelta por el mismo camino)
Agua: hay dos fuentes a lo largo de la ruta (km 3 y km 12 aprox.)
Dificultad: moderada. Sencilla hasta los dos últimos km, que se inclina mucho, y los últimos 500m, criminales, con pendientes de hasta el 40%.
La subida hacia el Mustallar
La ruta empieza en la preciosa aldea de Piornedo, que os recomiendo visitar independientemente de si hacéis la ascensión o no. Se parece mucho a O Cebreiro, también en la provincia de Lugo, pero está mucho más inaccesible y por tanto conserva una paz y calma que invitan a quedarse unos días.
La ruta discurre en todo momento por una pista forestal (a ratos en mejor o peor estado) la mayor parte del tiempo por praderas, pero también bosques en alguna ocasión. Los primeros kilómetros son en ascenso progresivo, con un ambiente muy gallego: verde intenso, vacas y mucha calma.
Poco a poco el sendero gana pendiente y se hace más exigente hasta alcanzar la Campa da Lucenza, un collado abierto que marca el inicio del terreno de alta montaña. Desde aquí ya se distinguen las laderas que conducen al Mustallar.
Tramo final y cima del Mustallar
Desde la Campa da Lucenza, la subida se pone muy seria. El sendero atraviesa canchales y laderas herbosas con pendiente fuerte (30-40% de pendiente durante 500m) . Es la parte más dura de la ruta, pero también la más espectacular: a medida que se gana altura, las vistas se abren hacia los Ancares, con montañas infinitas en todas direcciones.
En la cima del Mustallar (1.934 m), el punto más alto de Lugo, la recompensa es total: panorámica sobre los valles de Cervantes, las sierras vecinas y, en días claros como el que nos tocó, hasta los Picos de Europa. Es una cima amplia y venteada, de esas que invitan a sentarse un rato y disfrutar del silencio.
El regreso
La bajada se hace por el mismo camino. Ojo con las rodillas: los tramos de pendiente y piedra suelta pueden castigar un poco.
La circular a Cabeza del Covacho es corta, pero intensa. Una buena opción para medio día de montaña en Gredos, con un desnivel suficiente para trabajar piernas y unas vistas espectaculares sin necesidad de afrontar la dureza del Almanzor.
Una cima menos conocida, pero de esas que dejan ganas de volver y explorar más rincones de los Galayos.
De Nogal del Barranco al collado del Yelmo
La ruta arranca fuerte desde el mismo parking. La pendiente se nota ya en los primeros metros, con un sendero bien marcado que sube entre pinos. Enseguida se empieza a ganar altura y aparecen las primeras vistas al circo de los Galayos, con sus agujas tan características. El paisaje impresiona aunque todavía estemos al inicio.
Tras un buen tramo de subida constante llegamos al collado del Yelmo, donde por fin el camino da un respiro. Desde aquí ya se intuye la cima del día y el terreno se abre, con panorámicas más amplias.
Ascenso a Cabeza del Covacho
Desde el collado, la ruta se endurece de nuevo. El terreno se vuelve más rocoso y la pendiente aprieta. Es el tramo más exigente, pero no tiene dificultad técnica: solo requiere piernas y paciencia.
La llegada a la cumbre de Cabeza del Covacho (1.628 m) merece la pena. El mirador hacia los Galayos y la cara sur de Gredos es espectacular (lo de la foto de abajo es Arenas de San Pedro), con el Almanzor dominando la escena y, en días despejados, vistas hasta la Vera de Cáceres. Una cima discreta, pero con mucho carácter.
Descenso por deshaciendo el camino
La vuelta se hace por el mismo camino, lo que permite disfrutar con más calma de las vistas que quizá en la subida pasaron desapercibidas. Ojo en el descenso: el terreno pedregoso puede jugar malas pasadas, sobre todo si está húmedo.
Padrón no es un pueblo cualquiera. Su nombre viene del Pedrón, la piedra que, según la tradición, sirvió de amarre a la barca que trajo el cuerpo del Apóstol Santiago desde Palestina. Ese mito lo conecta directamente con el origen del Camino de Santiago.
Pero Padrón también es cuna literaria: aquí nació Rosalía de Castro, la gran poeta gallega, y también Camilo José Cela, premio Nobel. A esa mezcla de historia jacobea y tradición literaria se suma su fama gastronómica: los pimientos de Padrón, que han hecho mundialmente conocido este rincón de Galicia.
Qué ver en Padrón
1. Iglesia de Santiago y el Pedrón Dentro encontrarás la piedra que da nombre al pueblo, símbolo jacobeo y parada obligatoria para peregrinos.
2. Casa-Museo Rosalía de Castro Situada en A Matanza, a las afueras, conserva objetos personales, manuscritos y recuerdos de la autora. Una visita imprescindible para los amantes de la literatura.
3. Fundación Camilo José Cela Un museo dedicado al Nobel, con manuscritos, primeras ediciones y una colección de arte.
4. Jardín Botánico-Artístico Un parque declarado monumento histórico-artístico, con especies exóticas y árboles centenarios. Ideal para pasear y desconectar.
5. Paseo del Espolón Centro de la vida social de Padrón, con estatuas de Rosalía y Cela, terrazas y sombra bajo los plátanos.
6. Iria Flavia A las afueras, fue sede episcopal y lugar de enterramiento de Rosalía. Su colegiata y cementerio son parte de la historia local.
La “Pedronía”: el diploma jacobeo de Padrón
En Padrón también existe un reconocimiento especial para los visitantes: la Pedronía. Es un diploma parecido a la Compostela de Santiago, pero con un matiz importante: aquí no se certifica que hayas completado un camino, sino que hayas recorrido y conocido los lugares más emblemáticos de la villa.
¿Por qué se da? Porque Padrón está considerado el origen de la tradición jacobea. Según la leyenda, fue aquí donde llegó la barca con el cuerpo del Apóstol Santiago y donde se amarró al famoso Pedrón, la piedra que se conserva bajo el altar mayor de la iglesia de Santiago. Si Compostela es la meta, Padrón es el inicio.
Para conseguir la Pedronía hay que completar un recorrido urbano que pasa por varios enclaves vinculados a la historia del pueblo: la iglesia de Santiago con el Pedrón, la colegiata de Iria Flavia, la Casa-Museo Rosalía de Castro, el convento del Carmen y otros puntos señalados. En cada uno se sella una credencial, y al final, en la oficina de turismo, se expide el diploma.
Más allá del papel, la Pedronía es un recuerdo simbólico: acredita que has estado en el lugar donde, según la tradición, comenzó todo el mito jacobeo. Una manera de darle valor al papel de Padrón en la historia y de que te lleves contigo un pedacito de esa herencia.
Santiago no es solo el final del Camino, es una ciudad que mezcla historia, espiritualidad, vida universitaria y muy buen ambiente gastronómico. Aunque se puede recorrer en un día, lo ideal es dedicarle un fin de semana para disfrutarla con calma.
El corazón de la ciudad. Visitarla por fuera ya impresiona, pero merece la pena entrar, ver el Pórtico de la Gloria, el botafumeiro (cuando funciona en las misas solemnes) y, por supuesto, abrazar al Apóstol. La plaza del Obradoiro, justo enfrente, es el lugar más emblemático: peregrinos llegando, música callejera y una energía única.
2. El casco histórico
Un laberinto de calles empedradas declaradas Patrimonio de la Humanidad. Tiendas de artesanía, bares con terraza, soportales para resguardarse de la lluvia y plazas con mucho encanto (como la de Quintana o la de Platerías). Pasear sin rumbo es lo mejor.
3. Museos y cultura
Museo do Pobo Galego, en el antiguo convento de Bonaval, para entender la historia y cultura gallega.
Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), enfrente, si quieres algo más moderno.
Museo de la Catedral, para profundizar en la historia del templo.
4. Parques y miradores
Parque de la Alameda: el más famoso, con vistas preciosas a la Catedral (y el lugar donde todo compostelano pasea).
Monte Pedroso: a las afueras, ofrece la panorámica más completa de la ciudad.
Belvís y Bonaval: parques tranquilos, ideales para desconectar un rato del bullicio.
5. Gastronomía compostelana
En Santiago se come muy bien, y no solo marisco. Apunta:
Tarta de Santiago: imprescindible, con almendra y azúcar glas.
Pulpo a feira, lacón con grelos o caldo gallego en cualquier taberna.
Raxo (lomo de cerdo adobado) o zorza, muy típicos en bares universitarios. Consejo: prueba los menús del día en restaurantes locales, suelen ser abundantes y económicos.
6. Vida universitaria y ambiente
Santiago es ciudad universitaria, así que el ambiente está asegurado. La zona de vinos (Rúa do Franco y Rúa da Raíña) está llena de bares donde pedir tapas y raciones. Por la noche, encontrarás desde pubs tranquilos hasta locales con música en directo.
7. Excursiones desde Santiago
Finisterre y Muxía, para prolongar el Camino hasta la Costa da Morte.
Rías Baixas, a menos de una hora, con playas y bodegas de albariño.
Padrón, tierra natal de Rosalía de Castro y parada literaria e histórica.
8. Eventos destacados
Las Fiestas del Apóstol, en julio, son las más grandes: conciertos, fuegos artificiales en la fachada de la Catedral y ambiente festivo en toda la ciudad.
Baiona es una de esas ciudades de la costa gallega que combina historia, mar y muy buen ambiente. Se recorre fácil en un día, pero si te quedas un fin de semana puedes disfrutarla sin prisas. Aquí te dejo todo lo que merece la pena:
1. Fortaleza de Monterreal
El símbolo de la ciudad. Una muralla del siglo XII que rodea casi toda la península. El paseo completo son unos 3 km y es uno de los mejores miradores que encontrarás en Galicia: desde allí ves las islas Cíes, el puerto y toda la bahía. Consejo: hazlo al atardecer, porque las vistas con la luz dorada son espectaculares.
2. Paseo marítimo y puerto
Baiona es muy de caminar (o correr) junto al mar. El paseo recorre la bahía entera y conecta con varias playas. En el puerto deportivo verás barcos de recreo y, anclada, la réplica de la carabela La Pinta, que fue la primera en llegar con la noticia del descubrimiento de América en 1493. La visita es breve pero curiosa si te gusta la historia.
Baiona. Puerto deportivo, y explanada junto a la que se hará un nuevo relleno, lo que implicará cambio de tráfico durante las obras. Y al fondo la réplica de la carabela o nao Santa María de Colón, arribada por primera vez en Baiona.
3. Casco antiguo
Calles estrechas, plazas pequeñas y mucho ambiente de terrazas. No te pierdas la Colegiata de Santa María (románica del siglo XIII) y el Mercado de Abastos si quieres ver la vida local. Es un sitio perfecto para pasear de noche y cenar con calma.
4. Playas
Si buscas algo céntrico, tienes la playa de Ribeira y la de Santa Marta. Son familiares, con arena fina y vistas a la fortaleza. Si prefieres más calma, acércate a Playa América (a 3 km, en Nigrán) o a la cala de Barbeira, pequeña pero muy acogedora.
5. Excursiones desde Baiona
Islas Cíes: puedes coger el barco desde aquí en temporada alta. Son parque natural y probablemente las playas más famosas de Galicia.
Camino Portugués de la Costa: Baiona es punto de paso de esta ruta jacobea. Aunque no vayas a Santiago, puedes hacer algún tramo a pie o en bici.
Monte Boi: está dentro del recinto de la fortaleza y tiene varias sendas sencillas, con vistas panorámicas ideales para fotos.
6. Gastronomía
En Galicia se come bien casi en cualquier sitio, pero en Baiona el marisco y el pescado fresco son protagonistas. Prueba:
Pulpo a feira (sí o sí).
Zamburiñas a la plancha.
Empanada gallega (las de xoubas o berberechos son típicas).
Y de postre, las cañitas rellenas de crema, que son un clásico local. Un consejo: aléjate un poco de las zonas más turísticas del puerto para encontrar mejores precios y más autenticidad.
7. Eventos y ambiente
Si viajas en marzo, coincide la Festa da Arribada, que celebra la llegada de La Pinta. El casco antiguo se convierte en una feria medieval con puestos, música y recreaciones históricas. Es una de las fiestas más originales de Galicia.
Agosto se está convirtiendo en sinónimo de correr el Camino de Santiago. El año pasado hice el inglés, y este año me he animado a dar un paso más, aumentando la distancia y el número de etapas.
Y en este post os cuento todos los consejos prácticos para que planifiquéis vuestro reto. Vamos allá.
1. Organizar las etapas
Lo primero que tenéis que conocer es la página oficial del Camino de Santiago: caminodesantiago.gal. En esta página, pinchando en el botón de «planificar» podréis elegir qué camino queréis hacer y cómo dividir las etapas.
El Camino Portugués es muy largo: oficialmente empieza en Lisboa y tiene nada más y nada menos que 620km. En esta ocasión no era una opción para mí, así que decidí hacer la variante de la costa (por ser más bonito, según dicen) y comenzarlo en la frontera con Portugal.
Eso nos lleva hasta A Guarda/La Guardia, el primer pueblo de Galicia tras cruzar el Miño. Desde aquí hasta Santiago hay 163km. Teniendo en cuenta los km que queráis hacer diariamente y los días de los que dispongáis, podéis distribuir las etapas de una forma u otra. Lo bueno es que es una variante que no tiene mucho desnivel, podríamos decir que es prácticamente llana (no acumulé más de 500m positivos en ninguna etapa, y todas superaron los 25km).
En mi caso, hice un total de 6 etapas (haciendo clic en cada una, os lleva al track):
En general, todo está bastante bien repartido excepto la etapa 5 en comparación con la 1 y la 4 que superan los 31km, pero las paradas tienen que coincidir con algún pueblo o alojamiento disponible, y es muy complicado cuadrar todo a la perfección. Así además, al haber algún día más corto, mentalmente se hace más llevadero.
Seguir el recorrido es facilísimo: hay señales cada pocos metros. No hace falta seguir ningún track en el móvil o GPS, es imposible perderse porque siempre (o casi siempre) tendréis una flecha amarilla a la vista, más aún si llegáis a alguna intersección que pueda generar confusión.
Pero ojo: en Vigo y sus alrededores sí que hay muchísimos problemas para seguir las señales. Hay poquísimas en toda la ciudad, y es que al parecer por algún motivo el alcalde no ha querido ponerlos. Así que la etapa 3, durante los últimos 7km aproximadamente, fui mirando el track todo el tiempo (se sigue súper bien en la app oficial del Camino De Santiago (muy difícil de encontrar, por cierto, te salen decenas de otras apps que no son oficiales antes que esa, así que os dejo el link para descargarla.
Grabé todo mi reto en vídeo, os lo dejo por aquí:
2. Cómo llevar el equipaje de un lugar a otro
Existen varias empresas que se encargan de transportar equipajes a lo largo del Camino, y a precios súper asequibles. Yo elegí Viendo Treks y no puedo dejar de recomendarla porque la experiencia fue de 10. En caso de hacer el Camino corriendo era una prioridad que fuese una empresa que cumpliese bien con los tiempos (cosa que, por lo que me han contado, no pasa con Correos) y que al llegar a destino, mucho antes de lo que lo haría si fuese caminando, mi maleta estuviese ya allí. Acabé todas las etapas antes de las 12:30 y siempre estuvo allí mi equipaje esperando.
El precio es de 7€ por etapa, pero no por la etapa que harás, sino por lo que Viando considera una etapa. Por ejemplo, en mi primer día (A Guarda – Baiona) recorrí 2 etapas (A Guarda – Oia y Oia – Baiona).
Para reservar simplemente hay que entrar en la web, reservar online el servicio indicando todos los hoteles o albergues en los que vais a alojaros, y listo. Os mandan una etiqueta por email (también os la pueden mandar a casa en formato plástico más resistente) que debéis atar al equipaje, y listo.
Importante: este tipo de servicio no se puede realizar si vais sin reservas de albergues u hoteles. Es decir, no podéis ir a la aventura a los albergues públicos porque de esta forma la empresa no se compromete a llevaros el equipaje. En el siguiente apartado hablamos de los albergues públicos y qué tener en cuenta para los alojamientos.
3. Alojamiento
Existen 3 tipos de alojamientos:
Albergues públicos: son alojamientos que cuentan con habitaciones compartidas. Los baños y zonas comunes son compartidos, y suelen tener cocina. Es la opción más económica de todas, ya que los precios por noche rondan los 10€. Sin embargo, cuentan con una gran desventaja: no es posible reservar previamente. Abren cada día alrededor de las 13h y se ocupan por orden de llegada. Los peregrinos que quieren alojarse aquí suelen madrugar mucho cada mañana para llegar pronto al siguiente albergue, y una vez allí, esperan en la puerta hasta que les dan una cama. No suelen ser muy grandes (unas 25-30 plazas por albergue) por lo que se llenan súper rápido, más en temporada de verano.
Albergues privados: son iguales que los públicos, aunque suelen estar en mejores condiciones, y sí se puede reservar previamente (aunque hay que planificarlo con tiempo de antelación). Son un poco menos baratos que los públicos pero siguen siendo muy económicos… aunque cada vez menos. En esta ocasión, los precios oscilaron entre los 20 y los 25€ por una cama en una litera.
Hoteles/hostales: es la opción más cómoda y evidentemente la más cara. En todos los puntos del Camino hay oferta hotelera. Lo malo es que se aprovechan de que quienes van a hoteles priorizan la comodidad, y los precios suelen estar bastante inflados. Por menos de 60€/persona posiblemente no encontréis nada.
Este año decidí alojarme en albergues privados, ya que parte de la esencia del Camino es conocer a otros peregrinos y compartir vivencias. Os dejo la lista de los alojamientos que elegí:
A Guarda – Hotel Bruselas (70€). Fue el único sitio donde no tuve más opción que alojarme en hotel, ya que en el momento de reservar (con un mes de antelación) no quedaba ni una sola plaza en albergues.
Baiona – Albergue Estela do Mar (21€). Muy recomendable, el que más me gustó de todos.
Vigo – aquí me alojé en casa de un amigo, por lo que no puedo daros referencias.
Arcade – Albergue O Mesón (13,25€). El único que no se ha subido a la parra con los precios, y además también tenía restaurante con precios súper económicos. Y realmente está en Pontesampaio, pegado a Arcade pero ya en esta otra localidad.
Caldas de Reis – Albergue Vintecatro (20€). Este fue el que menos me gustó porque las camas no tenían privacidad alguna. En los demás albergues suele haber literas con cortinilla, aquí nada. Y tampoco hay taquillas con llave.
Padrón – Albergue da Meiga (25€). Súuuuuper majos, y todo correcto, pero ¿el precio?
Santiago – Albergue la Estación (24€). Nada recomendable. Muy lejos del centro (bien ubicado si quieres estar cerca de la estación de trenes y autobuses) pero literas sin privacidad, y ubicado en una zona un poco rara a mi parecer. Y el precio de nuevo, una pasada. Lo de Santiago sí que es un abuso. No encuentras nada decente.
4. Material necesario para hacer el camino corriendo
Ropa
Qué ropa llevéis dependerá totalmente del clima y de vuestros gustos. Imprescindible ropa de running, transpirable y ligera. En mi caso, que lo hice en verano, iba con un pantalón corto (pero lo suficientemente largo para evitar rozaduras en la entrepierna) y una camiseta de manga corta de tejido técnico, para evitar rozaduras con el chaleco.
Tampoco llevaba chubasquero, ya que no le veo mucho sentido a llevar un chubasquero porque al final no te mojas por la lluvia, sino que te calas de sudor al ser una prenda que no transpira. Y personalmente me agobia muchísimo pasar tanto calor.
Calzado
Esta parte es muy importante. En el Camino pPortugués por la Costa NO es necesario utilizar zapatillas de trail running. No hay terreno técnico en ninguna parte, y dado que el calzado de trail siempre será más duro que el de asfalto, siempre será más agresivo.
En mi caso, opté por alternar dos pares de zapatillas de asfalto: las Ghost Max 2 y las Glycerin Max (ambas de Brooks) muy amortiguadas pero diferentes, de forma que cada día mi zancada cambiaba ligeramente y no sobrecargaba las mismas zonas.
Alimentación y suplementación
En torno a 1 hora antes de salir (sobre las 9 de la mañana, por cierto) desayunaba algo ligero pero cargado de calorías. Normalmente un café, cereales bizcocho, dátiles, plátano… que me aportase bastantes calorías y carbohidratos en poca cantidad de alimento (y que tuviese poca grasa, pues ésta ralentiza la digestión).
Hecho esto, durante la etapa, que solía ser de entre 2 y 3h (25-30km), tomaba:
Medio litro de agua con bebida isotónica con electrolitos e hidratos de carbono. Por el camino hay fuentes, así que siempre rellenaba el flask un par de veces al menos.
Cámara DJI Osmo Pocket 3 (una camarita súper pequeña y ya veis en el vídeo la brutal calidad que tiene!)
Dinero en efectivo (siempre por si acaso)
Credencial del peregrino (lo explico en el siguiente apartado)
DNI y tarjeta sanitaria
Y para llevarlo todo opté por utilizar un chaleco de hidratación, súper cómodo y totalmente recomendable.
5. Credencial y Compostela
La Credencial del Peregrino no es algo que necesitéis para hacer el Camino, sino para obtener la Compostela, una especie de diploma que entregan en Santiago si has realizado 100km o más (200 si vas en bici) hasta Santiago.
Para obtenerla, hay que demostrar que habéis realizado los km requeridos, y es aquí donde entra en juego la credencial, una especie de pasaporte que debéis ir sellando al menos 2 veces al día en lugares diferentes del Camino.
¿Cómo conseguir la Credencial del Peregrino?
Cuesta 3€ y la puedes conseguir en cualquier oficina de turismo de localidades por donde pasa el Camino, en albergues, parroquias, hoteles… la venden en muchísimos sitios. Si queréis tenerla antes, en este mapa podéis ver en qué sitios por España venden credenciales.
¿Cómo sellar la credencial en cada etapa?
Es facilísimo. En toooodas partes tienen sellos. Y cuando digo todas, es todas: bares, farmacias, tiendas… cualquier establecimiento público por el que pase el Camino, posiblemente tendrá un sello a mano para poder ponerlo en tu credencial.
IMPORTANTE: en Galicia llueve (¡sorpresa!), así que no olvides algún tipo de bolsita de plástico para protegerlo.
¿Cómo obtener la Compostela en Santiago?
Una vez lleguéis a Santiago con todos los sellos (al menos 2 al día en los últimos 100km), solo hay que ir a la Oficina del Peregrino, y allí os indicarán dónde ir, siempre hay una persona en la puerta explicando como hacerlo. Simplemente hay que rellenar un formulario desde el móvil a partir de un QR que hay en la puerta, entregar la credencial, y en pocos minutos os darán vuestra Compostela personalizada con vuestro nombre en Latín.
La Compostela es el certificado que confirma que habéis llegado a Santiago, nada más, y es gratis, pero también existe la posibilidad de obtener el certificado de kilómetros, donde sí aparece la información del origen y los km recorrido. Este documento cuesta 3€, y para mí tiene más valor que el otro, ya que te dan el mismo hayas hecho 160km desde A Guarda que 800km desde Roncesvalles.
6. ¿Por qué el Camino Portugués por la Costa?
¿Por qué elegí este para hacerlo corriendo? Básicamente porque cuentan que es más bonito que el portugués tradicional, y porque al pasar por localidades grandes, es bastante sencillo encontrar alojamiento.
Por otro lado, es muy llano y cómodo, y cuadra bien para hacer 6 etapas de 25-30km, que es lo que buscaba. Si tenéis más días, también se puede ajustar para hacer menos km y más etapas y encontraréis paradas que os encajen, sin problema. Incluso si os animáis a hacerlo en 5 etapas, será más duro, pero también se podría.
Y por último, es importante que si queréis hacer este reto en verano, no elijáis los Caminos más tradicionales (el Francés o el del Norte) porque hay tantísima gente que se hace complicado correr.
7. Cómo llegar hasta A Guarda
Llegar hasta A Guarda no es tarea sencilla. Lo mejor es llegar a Vigo (en tren, bus o avión) y desde allí solo hay un modo: en autobús hasta a Guarda, saliendo de la Estación Intermodal en la línea 1.
Aún así, los poco más de 50km que separan Vigo de A Guarda se tardan en recorrer casi 1h30, porque el autobús va haciendo paradas cada pocos km en los pueblos de la zona.
Espero que os haya servido esta información acerca de cómo hacer el Camino de Santiago Portugués por la Costa corriendo, y si os queda cualquier otra duda, os leo en los comentarios para resolverla y seguir completando este artículo. ¡Buen Camino!
¡Un nuevo techo provincial más en el saco! Esta vez tocaba Gipuzkoa, con uno de esos picos que todo amante de la montaña en Euskadi sueña con coronar al menos una vez en la vida: el Aitxuri (1.551 m). Y aunque el Aitxuri es oficialmente el techo provincial, lo cierto es que aquí no se entiende subir solo a esta cumbre, porque está pegada a otros dos colosos: el Aizkorri (el más famoso de los tres, aunque 5 metros más bajo) y el Akategi. Así que, como no podía ser de otra manera, hicimos el recorrido clásico que pasa por los tres.
Con este sumamos ya 26 cimas dentro del reto CIMASxPROVINCIAS y cada vez me gusta más cómo va quedando el mapa.
Ruta realizada: datos técnicos
Distancia total: 12km
Desnivel positivo acumulado: 930 m
Tiempo total empleado: depende de cada uno, pero nosotros lo hicimos en unas 5h con paradas incluidas
Agua: no hay fuentes durante la ruta. Lleva agua suficiente.
Es un recorrido exigente (pero 100% senderismo), con bastante pendiente, zonas rocosas en las que hay que usar las manos y algunos tramos algo resbaladizos porque como la famosa Zegama-Aizkorri pasa por aquí, miles y miles de personas pisan cada año estos caminos. Pero a cambio, es una de esas rutas que no se olvidan: un espectáculo de vistas, praderas, crestas y esa atmósfera tan especial que tiene toda la Sierra de Aizkorri.
Del parking de Aldaola a las primeras praderas
Comenzamos en el Parking de Aldaola, perteneciente a Zegama. Desde aquí, la ruta arranca por pista cómoda y enseguida nos adentra en un bosque precioso que se abre poco a poco en praderas. Es una subida progresiva que, aunque tiene algún repecho, se hace bastante llevadera en esta primera parte.
Enseguida pasamos junto a varias txabolas y bordas pastoriles (Arbelar, Oltzantzurri Txabolak…) y atravesamos la zona de Perusaroi, donde empiezas a sentir ese ambiente de montaña tan característico de Aizkorri: rocas calizas, vacas pastando y un sendero que va endureciéndose con cada metro.
Ascenso al Aizkorri: el primer gran objetivo
La subida se pone seria a partir de Perusaroi: la pendiente se mantiene constante y el terreno se vuelve más pedregoso. Después de atravesar la zona de Aldasbarrenela y el collado de Zulonpo, entramos de lleno en la parte más exigente antes de la cresta. En esta zona hay una parte con mucha caída a la izquierda, y por ello hay unas cadenas en la pared para mayor seguridad, aunque realmente el camino es lo suficientemente ancho. Eso sí, no muy apto para personas con vértigo.
Al llegar a la parte alta, el paisaje se abre de golpe y aparecen las vistas amplias de toda la sierra. Un último esfuerzo y… primera cima: el Aizkorri (1.528 m).
Aquí se encuentra también la famosa ermita del Sancti Spriritu, uno de los puntos más emblemáticos de toda la ruta (más si eres seguidor de la mítica carrera de trail Zegama-Aizkorri), escoltada maravillosamente por decenas de cabras pastando a sus anchas (o esperando a que algún humano les de comida…).
De Aizkorri al techo de Gipuzkoa: el Aitxuri
Desde el Aizkorri seguimos el sendero cresteando hacia el objetivo principal: el Aitxuri. Este tramo es, sin duda, el más espectacular de la ruta: un sendero entre rocas calizas, con subidas y bajadas cortas, vistas infinitas a ambos lados y esa sensación de estar en plena alta montaña aunque estés a menos de una hora de la costa.
Llegar al Aitxuri (1.551 m), aunque no sea la cima más bonita de la sierra, se siente especial. Es una cima pequeña, rocosa y discreta, pero tiene ese aura de “lo he conseguido, estoy en el punto más alto de toda Gipuzkoa”. Nos quedamos unos minutos disfrutando de las vistas antes de continuar al tercer pico.
Última parada: el Aketegi
Desde el Aitxuri continuamos por la cresta hasta el Aketegi (1.548 m), la tercera y última cima del día. Menos llamativa que las anteriores, pero igualmente merece la pena, sobre todo porque el sendero hasta ella sigue siendo precioso y no supone apenas esfuerzo extra desde el Aitxuri.
Con las tres cumbres coronadas, solo quedaba disfrutar del descenso.
El regreso por el túnel de San Adrián
El descenso lo hicimos por la vertiente opuesta a la subida, completando así la circular. Aquí hay que prestar atención: las pendientes son pronunciadas y en ocasiones resbaladizas.
La sorpresa final es el túnel de San Adrián, un paso natural en la roca con una pequeña ermita en su interior. Pasar por aquí casi al final de la ruta es espectacular: un lugar cargado de historia que, durante siglos, fue la principal vía comercial entre Castilla y Gipuzkoa. Merece la pena pararse un minuto antes de seguir hasta el parking.
El Aitxuri es uno de esos techos provinciales que justifican por sí solos el reto CIMASxPROVINCIAS. La circular que pasa por Aizkorri, Aitxuri y Aketegi lo tiene todo: historia (el túnel de San Adrián), paisajes espectaculares, un ambiente que se siente de alta montaña y la satisfacción de pisar el punto más alto de toda Gipuzkoa.