26 de diciembre: El Cairo

Pensé que no habría ciudad peor que Bangkok, pero me equivocaba: la hay y se llama El Cairo. El deporte nacional de este país es cruzar calles: qué habilidad para hacerlo cuando no existen los pasos de peatones, ni los semáforos y cuando el tráfico dura 24 horas al día. Afortunadamente, hemos ido con guía todo el tiempo y nos han llevado en coche de unos sitios a otros, pero ahora ya estamos en el hotel, son las 6 de la tarde y tenemos de todo menos ganas de meternos en la jungla de cemento nosotros solos.

Obviamente, si venís a Egipto, El Cairo es un lugar que no se puede no visitar, pero desde luego me hace valorar muchísimo más Madrid, mi ciudad. Aquí reinan los pitidos, la suciedad, la polución… en resumen, el caos.

Pero dejando de lado este tema, nos han hecho un tour por algunas de las zonas más destacables de la ciudad:

Museo Egipcio

Construido por el arquitecto francés Marcel Dourgnon en 1901 (y dado su espantoso estado interior parece como si no no lo hubiesen reformado desde entonces) alberga la mayor colección de objetos del Egipto faraónico, entre todo ello, por supuesto, el famosísimo tesoro de Tutankamón.

Alberga cerca de 140.000 piezas antiguas; cuenta con dos pisos, el primero de ellos donde se encuentran todo tipo de estatuas, y el segundo, los objetos de la tumba de Tutankamón y las antigüedades pertenecientes a la época grecorromana.

El museo, al igual que la ciudad, es un caos: no parece haber ningún tipo de control de aforo, por lo que está absolutamente atestado, lo cual hace imposible apreciar demasiado bien casi nada. No hay tampoco espacio suficiente para albergar todo lo que hay, y realmente da la impresión de que es más un almacén que un museo, con muchísimos de las estatuas sin ningún tipo de protección, todo el mundo las toca, te puedes tropezar con alguna esfinje, si no tienes mucho cuidado con la mochilas hasta puedes golpear algo… un desastre vamos. Supongo que por este motivo, está terminando de construirse el Gran Museo Egipcio, junto a las pirámides de Giza, que ya ha abierto en 2019 una parte y el resto lo hará en 2020, supongo que con el objetivo de solventar este problema, porque a parte de todo lo que hay aquí, hay muchísimos más objetos guardados sin exponer por falta de espacio.

El Tesoro de Tutankamon

Como faraón, Tutankamon no fue nadie, no hizo nada especial por Egipto, ni reinó muchos años, y de hecho comenzó a hacerlo con 11 años cuando apenas era un niño, y murió a los 19.

Aún así, es prácticamente el más famoso, pues su tumba es la única que ha llegado hasta nuestros día completamente intacta y salvada de los ladrones de tumbas del Antiguo Egipto. En 1922, el arqueólogo Howard Carter halló la famosa tumba en el Valle de los Reyes. Uno de los sucesores de Tutankamón construyó su propia tumba encima de la de éste, y durante su construcción, los escombros cubrieron por completo la entrada de la tumba de Tutankamon. En los años posteriores, cuando los ladrones de tumbas arrasaron el Valle, no se dieron cuenta de que se habían dejado una tumba por saquear. El resultado es que únicamente, de todas las tumbas faraónicas de cualquier época, solo la de Tutankamon ha quedado inexpugnable.

Se encontraron miles de objetos que servían para que el alma del faraón, que iba a vivir en la tumba, tuviese todo lo necesario para ello, desde objetos de útilidad hasta joyas y muebles de oro puro. Simplemente quitan el aliento. Pues imaginad, si esta cantidad de riquezas se encontró con Tutankamon, que no fue nadie… Qué barbaridades debía de haber en tumbas como las de Tutmosis III, el más grande de los fareones según muchos, o Ramses II, que gobernó durante 60 años? Simplemente inimaginable.

La piedra de Rosetta

Esta pieza, que es la única en el museo que es una reproducción, y no la original (ésta se encuentra en el Museo Británico) es la pieza clave y absolutamente imprescindible para entender toda la histoia egipcia: se trata de un fragmento de textos escritos en tres lenguas distintas – jeroglífico, demótico (jeroglífico simplificado) y griego.

Fue hallada en 1799 por un soldado de Napoleón en una localidad llamada Rashid (Rosetta), pero no estaba originalmente allí, sino que llegó de no se sabe muy bien dónde y se había utilizado como piedra para otras construcciones, ignorando por completo su contenido.

Aquella campaña de franceses contra ingleses en Egipto fue ganada por los ingleses, la piedra viajó a Londres, donde se comenzó a estudiar. El resultado? Descubrieron que esos textos escritos en tres lenguas no eran tres, sino uno mismo traducido! Gracias a este hallazgo, pudieron traducir los jeroglíficos desde el griego, y gracias a esto, se comenzó a descifrar y entender todos los textos hallados hasta el momento en papiros y muros de los templos. Gracias a esta piedra (y algunos dicen que gracias a Napoleón) sabemos lo que sabemos hoy sobre el Antiguo Egipto. Sin ella, no habríamos conseguido descifrar nada o casi nada.

Ciudadela de Saladino

Saladino, sultán de Egipto entre los años 1171 y 1193 d.C. mandó construir una ciudadela fortificada que llegó a ser una de las más importantes de la Edad Media con el objetivo de luchar contra el poder extranjero, en este caso de los fatimís (musulmanes chiítas) y restaurar el islam sunita en el país.

Dentro del recinto se alza un edifciio que sobresale entre los demás: la Mezquita de Mohammed Ali, personaje considerado el fundador del Egipto moderno, y que curiosamente no era egipcio, sino turco (otomano). Fue muy querido por introducir grandes reformas en el país en cuanto a infraestructuras y servicios públicos básicos como sanidad y educación, y lo dotó de bastante independencia con respecto al Imperio Otomano, además de invadir algunos territorios vecinos.

Su mausoleo está también ubicado en la ciudadela, junto a la mezquita, construido en marmol blanco.

Barrio copto

Según nuestro guía, llamarlo copto (que significa cristiano egipcio) es incorrecto, pues ser trata de la parte más antigua de El Cairo, y no solo la parte copta, pero en realidad está lleno de iglesias. Su nombre real es Qasr al-Sham.

Según la Biblia, en esta zona de la ciudad, y más concretamente en la Iglesia de San Sergio y San Baco, María y José se refugiaron con Jesús durante 3 meses durante su exilio a Egipto, por lo que las calles no solo están llenas de historia cristiana, sino también judía.

A día de hoy no quedan judíos en el barrio, y tampoco, al parecer, en todo Egipto, por razones similares al resto de países donde también han sido siempre muy perseguidos y debido también a la proximidad de Palestina, donde se fueron los que quedaban en 1949 cuando se fundó el Estado de Israel.

Muy cerca de la iglesia mencionada se puede visitar la Sinagoga de Ben Ezra, que también cuenta con su particular lugar sagrado: según cuentan, fue aquí donde apareció la cesta en la que iba Moisés cuando era un bebé y lo encontró la mujer del faraón (obviamente esto son leyendas sin posibilidad de ser probadas).

Antes de terminar las visitas del día, pasamos por la Iglesia Colgante, llamada así porque se construyó en el siglo III a 13 metros sobre el nivel del suelo, y es que en esta época, con las crecidas anuales del nilo que duraban de 1 a 3 meses, todas las iglesias quedaban sumergidas, por lo que no había lugar para rezar, hasta que habilitaron esta que podía usarse todo el año. Lo que no me cuadra nada es cómo llegaban aquí en época de crecida: nadando? Quién sabe, todo aquí parecen historietas de boca a boca.

Para acabar el día, un rato de descanso en el hotel (y bueno, un entrenamiento, lo nuestro es «deformación profesional»), hemos salido por fin de un buffet de hotel a probar comida típica egipcia, y qué acierto! Nuestro guía nos ha recomendado un restaurante llamado Abou Tarek, un lugar totalmente de autóctonos (éramos los únicos turistas) donde solo sirven koshari, un plato egipcio consistente en una mezcla de pasta, arroz y lentejas, al que se le añade cebolla crujiente, tomate frito, limón y salsa picante (opcional, claro). Estaba bastante rico, pero además es baratísimo: por 2€, plato grande, botella de agua y pan de pita.

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